ElPor Tomás Emanuel Brunella
Ficha técnica:
Dirección: Juan Baldana/ Diseños de afiche: Martin Lehman, Continuista: Constanza Buchanan, Asistente de dirección: Pablo Alba, Julieta Ledesma, Maquillaje y peinado: Cintia Español, Música original: Sergio Vainikoff, Sonido directo: Sergio Cabrera, Dirección de sonido: Pablo Irrazaba, Dirección de arte: Lucila Presa, Producción: Pedro Dapello, Tamara Savia
Reparto: Gerardo Otero, Luis Ziembrowski, Claudio Tolcachir, Natalia Dalena, Alan Sabbagh, María Canale, Martina Garello, Lucas Martinez.
Entrar a esta película es hacerlo a unos días y a un pensamiento. Principalmente una manera de ver la vida, capaz la de ser que vive en una especie de resaca, en donde algunos resentimientos se quedaron en el de una melancólica marginalidad pasada.
¡Qué todo se detenga! funciona para su director Juan Baldana, como un desahogo imparable, con lo bueno y malo que puede representar ello. Esta adaptación a una novela de Unamuno, sigue la peripecias en unos días de nuestro protagonista, Germán Barajas, un escritor, adicto a la cocaína y que sigue ensimismado con su ex. Un antipático personaje, que busca lo menos posible ser querible, ya que está encerrado en su propia rabia, y funciona como un rebote de una sociedad falsa que disimula todo viviendo rn una doble cara de plástico.
Todos estamos rotos, todos somos falsos, pero todos la caretean, esa es la premisa.
Baraja va teniendo un constante monólogo interno, en voz en off, un diálogo imparable donde hablando de lo que él mismo odia tanto. Esto sucede en su pequeño departamento, de paredes que se chocan, o hasta en sus viajes en coche por la ciudad de la furia.
Baldana sigue a su especie de antihéroe por Capital, en un cuidado destacable en todo sentido técnico, como podría ser su fotografía, llena de colores intensos, que se hacen deslumbrar en la decadencia de su ser, hasta un sonido meticulosamente armado.Todo esto bien calculado, siguiendo a Baraja cruzándose a su hermana, como tambien a su vecino excéntrico, al nuevo novio de su ex también, todo parecen ser disparadores para nuestro marginal protagonista, más que cosas relevantes, porque en su mayoría sirven para tender más tensa esa opinión propia que se forja de odio, por un país que ya no le conforma nada; Baraja está desilusionado en todo sentido de su mundo, que alguna vez le dio calidez, ya que lleva una cruz desde la infancia.
A través de flashbacks y momentos de tensión, va desahogado su personaje, un ser que parece que su director pone más de su lado, que objetivamente.Baraja funciona como un vehículo de catarsis de su propio autor, intentando coquetear a un «choose life» que se queda a mitad de camino, y sabe más a bronca por una espina de no abrazar la vida que nunca quisiste, esto funcionaba con más bondad en una en una Baumbach como «Greenberg
Aun así, ¡Qué todo se detenga! viene a traernos algo distinto, con su cierta pícara acidez, o eterna tomada de pelo que funciona bien, a veces, y una catarata de palazos, que alguien que necesita descargar de este mundo creyendo que no falla, y nos llena de mierda hasta ahogarnos.
Baraja es destructivo y tampoco va a cambiar nada, pero al menos puede vomitar todo lo que este mundo quiere hacerle tragar.