Por Juani Villano
Título original: Las fiestas
Año: 2022
Duración: 89 min.
País: Argentina
Dirección: Ignacio Rogers/ Guion: Ezequiel Diaz, Esteban Lamothe, Ignacio Rogers, Alberto Rojas Apel, Julieta Zylberberg/ Música: Pedro Onetto/ Fotografía: Guillermo Saposnik/ Productora: Tornado Cine (Argentina)/ Productoras asociadas Ajimolido Films – Wanka Cine/ Producción: Ezequiel Borovinsky, Alejandro Israel/ Producción ejecutiva: Ezequiel Borovinsky, Alejandro Israel, Ezequiel Diaz/ Dirección de producción: Ezequiel Capaldo, Eugenia Molina/ Dirección de fotografía: Guillermo Saposnik/ Diseño de sonido: Juan Bernardis/ Sonido directo: Santiago Fumagalli /Dirección de arte: Luciana Arriaza/ Vestuarista: Analia Abate./ Maquillaje y peinado: Dino Balanzino / Franco Kuma La Pietra/ Montaje: Manuel Ferrari/ Música: Pedro Onetto
Reparto: Cecilia Roth, Dolores Fonzi, Daniel Hendler, Ezequiel Diaz, Margarita Israel Gurman
La maternidad como un proceso lúdico. Incertidumbres a la hora de la enseñanza. Como dice el dicho: “cría cuervos y te comerán los ojos.” Lo bello de querer y lo feo de olvidar. Es así como amamos a nuestras madres, para nunca dejar de recordar que ellas son lo más importante que tenemos.
Las fiestas es la segunda película coescrita y dirigida por Ignacio Rogers. La trama se centra en tres hermanos, interpretados por Daniel Hendler, Dolores Fonzi y Ezequiel Díaz, los cuales deciden (no sin antes resistirse) pasar las fiestas de fin de año junto a su madre (Cecilia Roth), la cual recientemente sufrió un infarto. Rencores del pasado y sentimientos de culpa florecerán a medida que avanza la historia.
Como primer ítem a destacar tenemos la química entre los personajes. Diálogos que se pisan, dinámica en la actuación, detalles en las miradas; realmente el realizador logra llevar a los intérpretes a un trabajo actoral excelente. Cada actante vive dentro de la pantalla, respirando como intensidad y verdad. La caracterización de cada uno/a se complementa con el relato, lleva adelante un verosímil muy importante a la hora de narrar.
Por supuesto, dejé un párrafo aparte para la inigualable Cecilia Roth. Su interpretación toca la grandeza. Crea a una mujer dolida y llena de remordimientos, la cual pone en duda su rol de madre. Recuerda a otra gran actriz como lo es Gena Rowlands, en la increíble obra maestra Una mujer bajo la influencia (1974) de John Cassavetes. Risas inconexas, gritos intempestivos y llanto, elementos principales en esta relación de la realidad de la película y la interpretación.
Otro aspecto clave son los planos generales y su composición. Aparecen muchas veces en la obra. Personajes alejados de la cámara, posicionados estáticamente para abarcar el encuadre y asemejarse a una pintura. Sobre todo, en la parte final, donde la profundidad de campo juega un rol importantísimo como cierre de la historia.
Esta película nos saca una sonrisa y una lágrima al mismo tiempo. Sentimos los problemas de los personajes. Queremos que salgan de ese pozo emocional, que todo mejore y puedan quedar en paz. Claro que no es tan fácil y eso queda bien claro. Las rasgaduras en el alma caen con fuerza sobre nosotros, a través de situaciones críticas a nivel dramático. En este aspecto reside la esencia de la obra, en la verdad de las relaciones humanas.
En síntesis, estamos ante una muy buena película. Ideal para reflexionar respecto a lo que significa ser madre y la vez hijo/a. Preparándonos por estas fechas a querer a quien tenemos a nuestro lado, alguien que nunca nos va fallar, ni siquiera si el barco se esté hundiendo. Ya sea por los actores y actrices que ponen su cuerpo, el hermoso relato o los recursos cinematográficos desplegados, esta historia maravilla con su fuerza y sentimiento. Visionado obligatorio de nuestro cine. No lo olviden, no todo es eterno y siempre hay tiempo de mejorar las cosas, siempre y cuando estemos dispuestos a saltar.