Por Leny Pereiro
Hasta los huesos (Bones and All, Estados Unidos-Italia/2022).
Dirección: Luca Guadagnino./ Guión: David Kajganich, basado en la novela homónima de Camille DeAngelis/ Fotografía: Arseni Khachaturan/ Edición: Marco Costa/ Diseño de producción: Elliott Hostetter/ Música: Trent Reznor y Atticus Ros.
• Distribuidora: Warner Bros.
• Duración: 131 minutos.
• Apta para mayores de 16 años con reservas.
• Elenco:
Taylor Russell: Maren Yearly
Timothée Chalamet: Lee
Mark Rylance: Sully
André Holland: Frank Yearly
Chloë Sevigny: Janelle Yearly
Jessica Harper: Bárbara Keaton
David Gordon Green: Brad
Michael Stuhlbarg: Jake
Jake Horowitz: Booth man
Tenía gran expectativa sobre Hasta los huesos (Bones and all), fundamentalmente porque me gusta el lirismo refinado y sensible que Luca Guadagnino le imprime a sus trabajos (Call me by your name – 2017/ la remake de Suspiria – 2018/ la serie We are Who we are – 2020 )
Pero en esta película algo me quedó corto. O largo, quizás.
Ambientada en 1988, esta road movie por rutas de costa a costa de un EE.UU. profundo, relata una historia de amor muy poco convencional entre dos adolescentes marginados. O tal vez, mejor dicho, desde un enfoque y una temática muy poco convencional: la antropofagia.
Timotheé Chalamet y Taylor Russel son quienes dan vida – de una forma absolutamente eficaz, especialmente Russel – a Lee y Maren respectivamente. Y encarnan el romance con la suficiente dosis de sensibilidad y truculencia a la vez.
Con una escena inicial potente desde lo visual y no apta para estómagos sensibles, ya se presagia de qué va a ir la cosa. Y entendemos que, tal vez, aquel enfoque del que hablé, será lo que realmente le dará sentido y fuerza a la película. Pero no.
La historia se desarrolla con notorios altibajos a lo largo de sus excesivos 131 minutos.
Con momentos excelentes de gore extremo, especialmente en las escenas en las que participa Mark Rylance como ese Sully entre patético y amenazadoramente repugnante, el film se pierde en cierta chatura melancólica, donde el romanticismo no alcanza para relajar, ni para convencer.
Ni siquiera el encanto natural de Chalamet brilla con la suficiente contundencia. Tampoco, la música original de Trent Reznor y Atticus Ros, y la inclusión de temas de Joy Division, Kiss, New Order y Duran Duran, ni la fantástica fotografía, lamentablemente, son suficientes.
Lo que más rescato del film son las preguntas que me surgieron cuando salí de verla.
¿Fue éste un intento de alegoría sobre una sociedad que descarta y excluye?
¿Son estos personajes marginados y en permanente búsqueda, el resultado de lo que somos y hacemos con ellos y con nosotros mismos? Y la respuesta a ambas es no sé.
Porque si ésta fue la intención de Guadagnino, se quedó corto. Y si no lo fue, los minutos que dura la película, son demasiados para contar, solamente, la historia trágica de un amor diferente.
Pero como siempre digo, para juzgar hay que ver.Y si gustan del gore sin disfraces mezclado con un intento de lo épico, tal vez sea la película que les interese y con la que se sientan conformes.