Por Juani Villano
FICHA TÉCNICA
Título: Dune: Parte Dos/ Año: 2024/ País: Estados Unidos/ Director: Denis Villeneuve
Guionistas: Denis Villeneuve – Jon Spaihts
Director de Fotografía: Greig Fraser
Elenco: Thimothée Chalamet – Zendaya – Rebecca Ferguson – Josh Brolin – Florence Pugh – Austin Butler – Javier Bardem – Dave Bautista – Christopher Walken
Cuidado con el Mesías que baje de los cielos. Cuando descienda de las nubes, lo hará vestido de cordero, ocultando su verdadero rostro. El de un Falso Profeta. Aquel que trae promesas con sangre chorreando por sus poros, consejos mortales de una vida mejor, y justificativos de la llegada de un bien común a través del sometimiento y el miedo.
Dune: Parte Dos (2024) es la nueva entrega de la épica saga de ciencia ficción escrita por Frank Herbert, y actualmente adaptada a la pantalla por el director canadiense, Denis Villeneuve. Ya habiendo incursionado en dicho género de manera excelente (Arrival – Blade Runner 2049), Villeneuve ha logrado consolidarse como el máximo exponente del sci-fi dentro del mundo del Cine, y esta secuela fue la última declaración confirmatoria ante tal dictamen. Partiendo de manera próxima al final de Dune (2021), la historia nos ubica en la continuación de la travesía de Paul Atreides (Thimothée Chalamet) por sobrevivir y adaptarse al desierto de Arrakis junto a los Fremen. Lugar, en donde, según las profecías, se convertirá en el Muad’Dib; aquel que logrará derrotar a los Harkonnen –quienes supieron traicionar a su familia– trayendo así vida y paz al planeta de arena.
Los aspectos estéticos centrales de la primera parte se mantienen –la luz de los días soleados golpeando en el paisaje desértico, las tenues sombras en los recovecos de descanso–, sin embargo, Villeneuve implementa nuevos, y muy interesante, recursos en la plasticidad de la imagen. Desde la apreciación del verde de las hojas en el planeta donde habita el Emperador Padishah (Christopher Walken) y su hija, la princesa Irulan (Florence Pugh), lleno de vitalidad y naturaleza pura; hasta el mundo de los Harkonnen, donde un sol negro se cierne sobre el vacuo cielo blanco, produciendo una imagen monocromática en la pantalla. El imaginario, rico en toda su esencia, ideado por Herbert, es trasladado al medio audiovisual con una maestría excelsa por parte del realizador canadiense y su director de fotografía, Greig Fraser.
El diseño sonoro desarrolla nuevos esquemas narrativos, donde las pesadillas se meten por nuestros oídos y nos dejan ver aquello que no se muestra. En un universo donde lo no-real debe tomar forma, la tarea puede ser ardua, pero si el resultado es satisfactorio, no hay manera de caerse a pedazos. “Las secuelas nunca son buenas”, basta de clichés extra-cinematográficos; ideas sobre películas que se sostienen menos que una mesa con patas de diferentes tamaños y grosores. En las secuelas hay que superarse, ¿no? Bueno, en este caso el logro alcanzó un nivel astronómico. Esa es la esencia de aquellas películas que abordan mundos complejos y llenos de aristas: superarse entrega tras entrega. Y esto nos lleva a un rico, y polémico, debate dentro del mundo cinematográfico.
Mucho se habla sobre la idea del diseño y creación de sagas. “¿Cómo va a terminar dejando tantos aspectos narrativos abiertos? ¿Por qué no contarlo en una sola película? ¿Por qué, por qué, por qué?” Es cansador. Parece que hoy en día el término franquicia de películas genera pavor entre un numeroso sector de “cinéfilos de pura cepa”. No voy a meterme con el resto de historias fantásticas, de superhéroes, y un largo etcétera, que andan pululando en las grandes pantallas; solo voy a enfocarme en Dune. ¿Cuál es el problema? ¿Acaso una primera edición no puede dar lugar a una continuación? ¿Las películas se rigen por reglas ortodoxas provenientes del diccionario de la cinefilia universal? ¿No conocen el término cliffhanger? Las series se caracterizan por ello y nadie hace escándalo ¿Por qué será? Yo puedo contestárselos: la narración no tiene prohibiciones, la narración es libre, la narración se reinventa. Entonces, mi conclusión lleva a otros interrogantes: ¿No será que un odio homogéneo mueve a esas personas? Un rechazo que se masifica como un virus letal ¿La repulsión está fundamentada o solo sigue costumbres y comodidades? Críticas enceguecidas que permanecen vigentes, sobre todo cuando la mayoría de los espectadores piensan que la obra es una genialidad. ¿No se puede disfrutar por un mísero momento algo que realmente es bueno? La envidia, soledad, y el querer pertenecer a un mundo que se rige por la crítica nociva, burlona y violenta, esos son los factores claves para entender el problema.
Dune: Parte Dos es el cierre de una gran introducción. El relato continuará. Las novelas ya fueron escritas. Ahora quedan formar los parámetros de transposición consecuentes. Es muy temprano para afirmar si estamos ante “la nueva gran franquicia de ciencia ficción del siglo XXI”, o si superará a otras sagas intergalácticas.
Está bien comparar, pero suele llevar a un callejón sin salida. Disfrutar, eso es lo esencial. Villeneuve sabe lo que está haciendo, de eso no hay dudas. Ahora solo queda esperar, y por supuesto, leer. Nunca dejen de leer, no teman a los spoilers. Las respuestas muchas veces se encuentran en las revelaciones anticipatorias. Como el eje principal de la película: nunca le crean a un supuesto salvador que jura traer el bien a través del sufrimiento ajeno. Claramente, en Argentina, varias personas necesitan leer y visualizar estas obras, para así no volver a repetir la Historia… aunque parezca ya muy tarde.
