Por Tomás Emanuel Brunella
@josehumano8
En el medio de este caos que puede ser el derive de un cataclismo social; el panorama político como económico, atenta contra muchas libertades, valga la redundancia, y también la del cine. A lo que «Yo Soy Alma» viene a merced no solo del cine independiente más
genuino, más autogestivo y para nada careta, como también una declaración de principios de morir en la de uno, de defender los derechos de uno, de una manera tan íntima, en una forma sensible y muy metida dentro de su esencia, como puede ser simplemente una voz hablando sin enrosques.
Mariana Manuela Bellone, es una cineasta Argentina, que construye totalmente esta pieza, este film de pura forma y a la vez de un contenido latente tan suelto, íntimo, tan de una experiencia vital propia, que a la vez comulga con la de todos, en distintas maneras.
La documentalista, que además de música, es una autora tan plantada y segura de ella
misma como la protagonista de su film; Maria como buen retratista, construye un vía crucis existencial en manos de su sensible protagonista, sin meterse mucho, más bien dándole esa forma, esa estructura, que lleva una cadencia en fotogramas, y espacios para el imaginario documentalista; que es la espontaneidad, lo que no se puede pactar.
Alma, artista genuina, que sigue su instinto, es una cantante con una fibra óptica emocional muy clara, muy autoconsciente, de sus dolores y su proceso de llegar más a ella misma. Alma es una mujer trans que nació en un pequeño pueblo de la Provincia de Córdoba, Argentina. Entre el presente y el pasado, y la voz en off de la propia Alma, esto es un viaje de reminiscencias, con puro material de archivo, en VHS como simplemente fotos antiguas, el film forma un formato por momentos estructurados y deja todo a entrega de la lirica honesta de Alma, hasta el punto de esa gran decisión de cambiar su género. Es un repaso hacia atrás, muy transparente, sobre la identidad, algo latente, algo que emerge desde siempre, uno siempre sabe la verdad de uno, quien es, aunque el trayecto genere mutaciones que despierten sorpresas en otros.
El paso desde la colimba hasta sus labores, como su vida matrimonial, quedan retratadas en una vida que implicó dos casamientos y cuatro hijos, y un despertar musical muy entrañable.
Es una contemplación a una vida y también una postura fuerte a no dejar de ser uno,
defenderse o ser autoconsiente, la vida de por sí juega a la impredecibilidad, a lo imposible, y constantemente cambiante. Nos mueve en desplazos de cosas que capaz nunca entendamos y otras sí, pero lo importante es estar con uno, saber quién es uno, ese viaje de desenriedo constante, de autoconocimiento hasta el final del día. La vida como ensayo de uno mismo, dautoexploración y defender lo que es uno cueste lo que cueste y eso está tan apuntalado en todo este retrato lírico, nostálgico, cargado con eso… una nostalgia al pasado pero también al presente, a una vida atravesada consiente por emociones, que brindan muchas sensaciones en esta época de tanta turbulencia y desconeccion humana.