Por Juan Ignacio Villano
juanivillano@gmail.com
Duración: 136 min.
Ficha técnica:
Dirección: Robert Eggers/ Guion: Sjón – Robert Eggers. /Dirección de fotografía: Jarin Blaschke./ Montaje: Louise Ford./ Sonido: Jimmy Boyle./ Música: Robin Carolan – Sebastian Gainsborough.
Reparto:
Alexander Skarsgård – Nicole Kidman – Claes Bang – Anya Taylor-Joy – Ethan Hawke.
Un volcán en el paisaje. Negro, al igual que el humo que sale de él. El fuego interno suena como un río rojo, cuya corriente es constante y poderosa. Unas palabras suenan en off. El presagio de una historia, la promesa de un encuentro final, el comienzo de una venganza.
Esta es la primera imagen que compone al filme The Northman (2022), co-escrito y dirigido por el prominente Robert Eggers. Con poderío de planos y narrativa, se desenvuelve el relato de Amleth (Alexander Skarsgård), un joven príncipe que ve morir a su padre, el rey Aurvandil (Ethan Hawk), a manos de su hermano bastardo, Fjölnir (Claes Bang). Escapando de la traición, el niño debe dejar atrás a su madre, la reina Gudrún (Nicole Kidman), y el pueblo que en un futuro iría a gobernar. Años más tarde, el joven ya es un vikingo, un hombre de guerra. En busca de venganza, vuelve como esclavo a su lugar de origen. Infiltrado, y con la ayuda de otra esclava, llamada Olga (Anya Taylor-Joy), irá destruyendo al reino por dentro, para así conseguir su prometida revancha.
Recordando a las profecías de Trono de sangre (1957) del enorme Akira Kurosawa; los presagios y promesas cumplen un rol más que importante en la película. Brujos y espíritus de la mitología nórdica hablan con Amleth y brindan información sobre cómo se desenvolverán los sucesos, además de los pasos a seguir, por parte del protagonista. Heimir (Willem Dafoe) y Seeress (Björk) son los seres místicos que revelan los momentos más significativos de la narración. Uno a través del ritual entre padre e hijo, donde muestran su lado salvaje y animal, como si fueran híbridos entre lobo y humano; y el otro en una sola aparición, pero importante. Sin ojos, el espíritu dice ver el futuro, y en verdad lo hace.
Imágenes brutales desencadenan en violencia incontrolable. Desde el exterminio de una aldea entera, a la masacre de soldados. Amleth muestra su lado asesino y vengativo al elegir sus víctimas. Tripas colgando, cuerpos despedazados y degollamiento. Los hombres y mujeres pasan a ser pedazos de carne en un matadero, sucio e infame.
Las secuencias oníricas y etéreas son impresionantes. Simbólicas y misteriosas. Almas que salen de sus cáscaras humanas. Valquirias que transportan a los muertos al paraíso vikingo. Árboles que reflejan vida y lazos familiares. El director logra experimentar con el medio y demostrar sus dotes creativos. Además de ahondar de lleno en el mundo de Odín y los diferentes íconos de esa cultura. Por ello, los detalles fantásticos se amoldan de gran manera al verosímil. Sugiriendo que quizás son parte de la mente de los personajes, pero, a su vez, también pueden llegar a estar del lado de la realidad. El conflicto con un muerto viviente por la obtención de un arma especial, por poner un ejemplo.
“Un relato clásico de venganza, nada nuevo”, esa es una declaración que puede poblar entre espectadores, pero esta película va más allá de eso. Predica en lo más profundo del imaginario de toda una época, puebla de ideas e iconografía característica del norte europeo. Decir que no se ofrecen novedades es algo nocivo. Quizás la gran mayoría de las historias ya han sido contadas, en todas las disciplinas artísticas, pero el estilo y forma no. Año tras año, los realizadores/as van renovando sus narrativas y características. Se amoldan y resaltan en la industria hollywoodense. La originalidad del autor permanece, se mantiene y adapta.
Por más narraciones que sorprendan y cautiven, salud.