Por Juan Ignacio Villano
@juani_villano
juanivillano@gmail.com
Año: 2022
En salas de cine
Duración: 175 min
País: Estados Unidos
Ficha técnica:
Dirección: Matt Reeves/ Guion: Matt Reeves, Peter Craig/Música: Michael Giacchino/ Fotografía: Greig Fraser
Reparto: Robert Pattinson, Zöe Kravitz, Jeffrey Wright, John Turturro, Paul Dano, Colin Farrell.
La historieta es un arte. Todo aquel que haya leído al menos un simple tebeo en el diario (cuando se consumían en hojas de papel) lo sabe. Relatos visuales que nos dan un plus a la hora de leer y visualizar los recuadros. Se encuentran en una frontera entre lo cinematográfico y lo literario. Por esto, encontrar a una película como Batman (2022) es un hito de esta nueva década.
Ya son incansables las diferencias entre el universo Marvel y DC. Los argumentos por parte de los fans de Los Vengadores y compañía son válidos y concretos; pero es necesario dar la derecha a los fanáticos del Hombre Murciélago en este momento. La afirmación y vínculo entre las hojas de los cómics y el resto de las disciplinas artísticas se justifican al ver esta nueva entrega del superhéroe, ya muchas veces representado en la gran pantalla. Es desde la visión de Matt Reeves que se presenta un relato oscuro, lluvioso y deprimente. Donde el hombre del momento, el ícono de la justicia, es un individuo sumido en su duelo y que se autoproclama como “la venganza”. Ningún otro realizador había tocado, al menos de manera tan cercana, la psiquis de Bruce Wayne y su alter ego. Christopher Nolan, quizás, en el comienzo de Batman Inicia (2005), pero en las secuelas vuelve a ser el millonario carilindo de Ciudad Gótica.
Por supuesto, no es la primera vez que se retrata el enmascarado de esta forma. Es ahí donde entra el mundo de la historieta. Batman: Año Uno (1987) y Batman: El largo Halloween (1996 – 1997) son los referentes más fuertes. Desde el diario de Batman en el que cuenta sus noches luchando contra el crimen y sus reflexiones, al más puro estilo Travis Bickle y las tramas secundarias, como el vínculo del mafioso Falcone y la familia Wayne.
Tomando similitudes físicas del cantante fallecido Kurt Cobain (confirmado por el mismo director) e inclusive la canción Something In The Way, de este último, el retrato de Batman es creativo en todos sus sentidos. Verosímil es la palabra adecuada ¿No es sensato pensar que alguien tan marcado y dolido por la muerte de sus padres y el crimen de la ciudad que ama, tome la justicia por sus propias manos y salga a luchar en nombre de ella? Si bien no es posible que exista un superhéroe de esta semejanza (al menos hasta el momento) en el mundo real, no se puede evitar sentir muy verídico al enmascarado justiciero.
Lo que parece un nuevo intento por realzar otra trilogía, se sostiene como una película en singular. Una vuelta al mundo de Ciudad Gótica. Un deleite para todo amante del arte gráfico, pero también del buen cine. Ya se saben esas afirmaciones de que este tipo de filmes no hacen más que embobar a los espectadores, pero esta es una declaración peligrosa y nociva. Una especie de censura, por parte de la prepotencia y soberbia de algunos cinéfilos/as. Primero ver, luego hablar. Es fácil juzgar por lo previo y el fin del proyecto, pero es difícil justificar la razón del descontento. Habrá Batman para rato, y con el deseo de que siga asombrando.
