Por Gerónimo Rivera Cano
FICHA TÉCNICA
Dirección: César Gonzalez
Reparto: Sofia Castiglione
Chamanismo sónico. No puede definirse así; pero es algo de eso. Un filme abierto, no para de abrirse, es un ángulo abierto como la luz de la noche. Sabemos de la luna incluso en cielos nublados. Espectral presencia.
La sombra es tan extensa como las huellas que deja la imaginación pariendo, creando lo lineal. Es extension sin territorio.
Las fronteras son creaciones. Y las creaciones abren fronteras; las borran; las abren. Desdibujan límites. Esta creación aviva fugas, no produce escapes. Es como la literalidad de la poesía: un río que jamás se detiene y pule formas: deforma y sigue abriendo.
El cemento como las palabras. La ciudad habla en sus estructuras. Nos dice. Nos habla. Y la pregunta que se hacen algunes es… ¿Qué nos contiene?
Aunque digan que sí, que fue así, no hay aislamiento alguno. No lo hay incluso en soledad. Incluso en tránsito. Incluso en comunidad. Estar solo no es estar aislado.
Nos desbordamos a nosotres mismes. Todo desborda. El excedente es constante. Hay plusvalía del yo. Ahí radicamos.
Que la quietud quede fuera del cuerpo. El movimiento no es nuestro. Al contrario. Somos de él. Sus esclavos sus esclavas. Que las cadenas suenen. Bien fuerte.
La vista es otra piel. Otro tacto. No hay fuera. Dentro es fuera. “Yo” “soy” “todo”. “Todo” “soy” “yo”. Y así se retroalimenta el espacio que se mide de tantas formas experimentales, tantas formas diferentes. Diferenciales y fractales. Ondas nos mueven y entre ellas nos movemos.
La noche. ¿Qué tiene la noche? ¿Qué nos pierde en la noche? ¿Qué nos encuentra? ¿Qué nos falta en la noche? La noche amplifica sentidos. No-sentidos. La noche es quizá la fábrica de sentires. Todo se vuelve piel. Papilas gustativas.
La danza es arquitecta.
La danza delimita acariciando al aire.
El espacio se moldea.
La danza es la estela del ritmo.
La danza es quien hace al cuerpo.
La fuga somos. La danza es fuga. La danza será tal vez el dibujo que la música nos hace.
Nos hace y hace a la vez la identidad que construimos. Identidad que algún día caerá.
El horizonte es des identificarnos. No reconocernos en los espejos. Dejemos que las estatuas nos imiten. Pero jamás imitemos al mármol de las estatuas. Que ellas privaticen a la quietud. Nosotres sigamos escapándole con la fobia como escudo, como armadura. Temor, temblor. Incandescencia. Fobia.Blandir la potencia de la fobia para correr a favor de la contracorriente. Torcer hacia el margen de la hoja. Dejarnos pasar por encima por el desborde. Y en el punto culmine de él -donde brota lo que excede- ahí perdernos para ser otres.
Perder al efecto del pharmakon llamado memoria: el estado de trance, la poesía en andas de nuestros huesos, nuestros cadáveres llevándonos…
Transeúntes.
Otro performance para en el encuentro, en esos aconteceres comunitarios, sonoros, sónicos, reversionarnos. Seres en potencia. Jamas sidos.
Militar la fiesta que es existir, resistir, hacer crecer la ira y el tedio. Florecer y aromatizar los dentros y los fueras. Solo hay fuera. Solo hay voracidad callejera. El camino nos guía. Des territorializar y hacer nuevos mapas. Dormir en el suelo.
Sonido. Sonemos. Bailemos. Experimentemos. No importa con qué. Pero Fobia nos invita a quitarnos la pesadez de la quietud.
Qué suene bien fuerte nuestras cadenas. Qué suenen bien fuerte el paso de nuestras botas, de nuestros borcegos. Que la flecha de la salida de emergencia apunte hacia el otro lado, donde no nos dirigimos.
En general, Cesar González responde a la gran pregunta de Spinoza (Bueno, no era una pregunta en su inseidad, sino mas bien era una declamación: “Nadie sabe lo que puede un cuerpo”..) No sé si él sabe qué puede un cuerpo. Pero intenta experimentar el contorno de ese qué. El contorno de ese poder… su extensión. Él junto con Sofia Gala Castiglione, intentan ser esxs “nadies” que en su experimentar sepan.
