Thriller, comedia negra, drama. Incomoda y seduce al mismo tiempo.
Por Vanina Suárez
Ficha técnica:
Dirección: Rodrigo Caprotti/ Guión: Nicolás Allegro, Bárbara Scotto, Rodrigo Caprotti/ Música: Los Paranoias/ Fotografía: Massimo Ruggieri /Productora: Siempre en la frontera y Cereza cine.
Una película basada en la novela homónima de Martín Kohan y dirigida por Rodrigo Caprotti, siendo esta su ópera prima. Filmada en la ciudad sureña de la provincia de Buenos Aires que lleva el mismo nombre, y protagonizada por Guillermo Pfening acompañado por Marcelo Subiotto, Ailín Salas, Elisa Carricajo, Javier Drolas y Julia Martínez Rubio. Fue ganadora del premio Ópera del INCAA 2015 y participa en la Competencia Oficial Internacional de la edición de este BAFICI.
Mario (Guillermo Pfening) es un docente universitario que viaja a la ciudad de Bahía Blanca para realizar una investigación sobre el reconocido escritor Ezequiel Martínez Estrada. Esa es la premisa con la cual se plantea la historia, hasta que luego de una serie de eventos y circunstancias, el espectador empieza a entender por qué realmente el protagonista emprendió el viaje.
Una vez contextualizada la ciudad, la cual es conocida con atributos cabuleros de mala suerte y relacionada fuertemente con la iglesia y la milicia, el protagonista se encuentra con personajes que lo enfrentan todo el tiempo con lo que dejó varado en Bs As: un vecino de la ciudad (Marcelo Subiotto) que será el que lo ubique en el espacio físico; un grupo de religiosos dándole lugar al pecado y a la culpa; la empleada de un cyber (Ailín Salas), encargada de plasmar ciertas obsesiones; un viejo amigo que está filmando por casualidad una película (Javier Drolas) y su ex mujer (Elisa Carricajo), estos dos últimos, responsables de articular y desarticular las fichas más importantes en la historia.
Además, Mario está obsesionado con conocer la casa museo del escritor del cual fue a investigar, pero nadie sabe decirle a ciencia cierta donde está. Los personajes mantienen una linealidad gestual y emocional que hace al espectador estar incómodo; ya que los diálogos denotan la cadena de los hechos pero por momentos descolocan.
Durante los 82 minutos de su duración, Bahía Blanca comienza siendo un thriller, que roza la comedia negra pero también se encasilla en un drama. Con ese ritmo monótono y denso suele generar una atmósfera onírica pero que cada palabra tiene un sentido de construcción; si bien es una película que sigue un hilo conductor también se la puede analizar como un conjunto de cajas chinas que se articulan hacia el final cuando las piezas se muestran sobre el tablero. Una historia que trabaja las obsesiones como pulsión, la soledad como la ambivalencia entre amiga y enemiga, y logra que el espectador salga de su zona de confort. El suspenso está brindado por la atmósfera y la falta de música como elemento narrativo, dándole un gran peso a los sonidos ambientes.
Bahía Blanca es una de las mejores películas de esta edición del festival, por lo osada, lo hipnótico y lo muy bien narrada.
