Por Juan Ignacio Villano
Juanivillano@gmail.com
En el marco del BAFICI
Duración: 108 min.
Ficha técnica:
Guion y dirección: Constanza Fernández Bertrand/ Producción: Constanza Fernández Bertrand – Roberto Doveris./Dirección de fotografía: Cristián Petit-Laurent./Montaje: Soledad Salfate – Sylvana Squicciarini./ Sonido: Camila Pruzzo – Carlos Pérez – Cristián Freund./ Música: Ángela Acuña.
Reparto:
Héctor Noguera – Amparo Noguera – Naldy Hernández – Emilia Noguera – Diego Casanueva – Daniel Muñoz – Paola Giannini – Gabriela Aguilera.
Envejecer no es tarea fácil. De a poco se deja existir en la realidad y no se forma parte de la vida como individuo. Se pierden facultades y movimientos propios, dependiendo del otro. Sin embargo, puede ser un viaje de ida y vuelta. Pese a que todo parezca negativo, siempre hay una luz al final del camino.
Esto se presenta en el filme chileno, de Constanza Fernández Bertrand, El Pa(de)ciente (2022). Basado en el libro de Miguel Kottow, se narra la experiencia del doctor Sergio Graf, el cual luego de ser diagnosticado con el síndrome de Guillian Barré, cuenta su día a día en el hospital, y también vislumbrando la superación a la que debe afrontarse. Familia y amigos frecuentan su habitación, y él, postrado en su cama, no hace más que intentar sobrellevar el mundo hospitalario.
Se afronta la vida y la muerte. La desesperación puede llevar a querer morir y este parece ser el caso del protagonista; lo que hace imaginar un final completamente trágico. Sin embargo, la vuelta de la película reside en ese plano final, la frase que engloba todo. Sin entrar en terreno de spoilers, el giro argumental al principio parece raro, pero, no inverosímil. Todos saben que a medida que uno vive, las situaciones más inesperadas y milagrosas suceden. Por eso, no es raro que lo bueno llegue, aún cuando todo está oscuro.
Despecho y reclamos por parte de sus hijos. El protagonista debe afrontar el conflicto constante con ellos ¿Con cuánta falta de moral puede actuar el ser humano?, ante alguien enfermo, que lo único que busca es sobrevivir. Pudo haber fallado en el pasado pero eso es algo inevitable, y miembros de su propia sangre no lo llegan a entender.
También se aborda el tema del sistema de salud en Chile, donde para vivir es necesario pagar en cantidades que llegan a los millones. Un país cuyo sistema se rige por la privatización de los sistemas vitales del ser humano. La autocrítica que se indica por parte de un mismo miembro de dicho sistema, que habla (y en voz alta) sobre las desigualdades que viven todos los ciudadanos de dicho país. El caso de ficción aquí parece funcionar pero no hay que perder de vista el verdadero mensaje interno.
Es el amor quien tiene la última palabra. El de la pareja, los hijos, nietos y amigos. Dentro de la historia se terminan resolviendo aquellos desacuerdos pero no sin antes entender que pueden volver a ocurrir, porque, como se afirmó antes, cada uno es humano y errar nunca puede ser omitido.
Un filme que ahonda en el pesar de los vivos, pero a su vez, el deseo a seguir viviendo. Sobrellevar la adversidad, pese a las injusticias y falta de derechos. Aprender a aceptar las equivocaciones. Morir, figurativamente, y revivir; para así mantener una postura ante el mundo. Proclamar ante todos: “Quiero seguir”. Cuando llegue el momento del final se aceptará la situación, de la manera más sensata posible, pero por el momento hay una tarea, y (casi) todos vienen a este planeta para cumplirla.