Por Gerónimo Rivera Cano
Ficha técnica:
DIRECTORA: Laura Huberman
PROTAGONISTAS: Jimena Anganuzzi, Mariano Sayavedra, Susana Varela, Mario Bodega, Renzo Cozza, Sofía Brito, Ana Katz./ DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Joaquín Neira, Lucia Carnicero/ MÚSICA: Nicolás Villamil/ PRODUCTOR: Laura Huberman, Melanie Schapiro/ VARIOS: Constanza Curia/ ASISTENTE DE DIRECCIÓN: Pablo Acosta Larroca/ SONIDO: Nicolás Payueta/ GUIÓN: Laura Huberman/ MONTAJE: Constanza Curia, Naspid Frankzapan/ CASA PRODUCTORA: Laura Cine/ VESTUARIO: Camila Pérez.
Huberman (también en guionista y durectora del corto) junto a Melanie Schapiro configura un verdadero “entre”; lo podría asemejar a estar en medio de un pasillo, pues de Clara no sabemos origen y tampoco quizá sabremos hacia dónde irá. Se trata de representar eso, el tránsito. Y como veedores de esto, estamos allí sin saber cómo llegamos ni que podrá depararnos el transcurso del mismo.
El corto dado al público en el año 2017 retrata con planos cortos y personales al estadio de la protagonista, a su no saber que aromatiza al espectador y comparte desde la pantalla.
Se dan indicios: amistades, y relaciones… quedaron todas atrás, aunque haya contacto virtual. Ahora ella está en la gran ciudad y encuentra un sitio donde establecer su hogar, su morada. La verdadera morada cabe en cajas de cartón embaladas, en valijas de viaje y en páginas de libros escritos, (y por re escribir).
Las tomas como antes mencioné son planos cortos y personales, siguen a la intérprete principal en todos sus movimientos y gestos. Cosa que hace poner el foco en la actuación de Jimena Anganuzzi a la que no hay nada que reprocharle. La iluminación de las escenas, obra de Matías Slupski, acompaña la nitidez de los colores, casi en su totalidad fríos a tonos medios obtenidos por Constanza Curia en color.
En cuanto al vestuario, como a los ambientes que hacen al filme, denotan simplicidad. Dicho es sumamente destacable pues transmiten eso que se brinda cuando se entablan relaciones dentro de una comunidad.
El grupo de vecinos y vecinas, un karaoke, un día en especial con un evento en particular, lo que cada uno está haciendo en el espacio de ese rincón del edificio… da fe de esto.
Allí los planos se ensanchan y los diálogos son más largos, aunque en una escena muy significativa de la historia reine el murmullo del ambiente y el silencio. Deja entrever esta a la interpretación no verbal del elenco completo (Susana Varela, Mario Bodega, Mariano Sayavedra).
Es menester acotar que el meollo de la trama (y de lo técnico radica en el sonido. Juega un rol preponderante y, sin el buen trabajo de Nicolás Payueta, a la trama y al filme en su totalidad le faltaría su pieza clave y enigmática.
No quiero dejar de insistir con que la simpleza (y re-significación… ¿Por qué no?) evocada en esta obra es tanta que hasta una escalera puede ser un muérdago; un balcón ser la parte más admirada de un departamento; o una bebida normalmente servida en copa especial, hecho y servido en un vaso cualquiera…
¿Acaso no es eso lo que buscamos cuando la rutina nos empaqueta con sus formalismos, con su solemnidad?
Clara nos invita a habitar esos “pasillos”, esos “entres”… habitar en incertidumbre que es posibilidad a la vez.
Quizá visitando la plataforma de Cinear y siendo veedor de estas invitaciones sintamos en parte lo que Clara siente y vive en su estadio de búsqueda activa.
