Por Juani Villano
Cobertura Festival Internacional de Mar del Plata.
Una mochila va de mano en mano. Algo esconde, pero nunca se nos revela qué. La persona menos indicada recibe el paquete misterioso. Persecuciones por todos los barrios porteños se desatan, sin dar ningún respiro a la audiencia. Correr con un único motivo, permanecer con algo material, que a la vez despierta el lado espiritual.
La película de Agustín Godoy es un deleite de dinámica actoral. Los cuerpos se mueven y no frenan en ningún momento. Son contadas las veces en que los personajes pueden frenar y descansar. Desde el inicio, sin el uso de ninguna palabra, el director logra envolvernos con el relato y nos hace comprender desde qué punto se va a desarrollar la historia.
Hay un despliegue impresionante de recursos cinematográficos. Ya sea con la puesta de cámara, fotografía, sonido y montaje. Seguramente el realizador se divirtió mucho a la hora de filmar esta obra. Lo más interesante es que todo nace de una propia anécdota similar a la primera escena del filme. He aquí la función del guionista a la hora de captar, asimilar y adaptar las situaciones del día a día.
El vínculo de los dos protagonistas recuerda a Punch Drunk Love (2002), del inigualable Paul Thomas Anderson. Ambos no pueden despegarse uno de otro, y cuando esto sucede el vacío emocional se encuentra a flor de piel. También tenemos el uso textos poéticos con rimas como recurso narrativo; el cual es aplicado con un muy buen manejo, tanto desde la actuación como desde guion.
Y no menos importante, la presencia del Macguffin. Elemento que parte del gran Alfred Hitchcock. En este caso es la mochila que todos los personajes anhelan. Por supuesto, al igual que en Pulp Fiction (1994), nunca se explica su contenido; y a su vez, tampoco importa. La motivación y objetivo dramático se emplea con habilidad y maestría, sin ninguna duda.
Una película notable, eso es lo principal. Con un desarrollo de puesta en forma excelente y preciso. El disfrute que se genera al verla se puede apreciar de gran manera. Risas aseguradas e identificación con la obra. A veces corremos para no dormirnos, y en otras ocasiones corremos en nuestros mundos oníricos para escapar del sueño eterno.