Por Juani Villano
@juani_villano
Título original: Cuentos de la Tierra/ Año: 2023/ Duración: 86 min/ País: Argentina
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Pablo Nisenson/ Guion: Pablo Nisenson, Viviana Suárez/ Música: Anahí Rayen Mariluan/ Fotografía: Rodrigo Pulpeiro
Reparto: Oona Chaplin, Juan Palomino, Roberto Cayuqueo, José Soza, Cristina Banegas, Sara Douglas, Nehuén Zapata, Luisa Calcumil, Aymará Rovera
La identidad es una cuestión clave en la vida de cada uno/a. Nunca debemos olvidarla. Muchos pueblos fueron callados en nuestro territorio. No se les permitió seguir expresando sus ideas, cultura, idioma, y tampoco sus vivencias. Es ahora, en la segunda década del siglo XXI, en que la estructura afortunadamente se truncó. Las voces se hicieron oír para nunca volver a callarse. Gritaron para permanecer en nuestro día a día. Se alzaron, para nunca volver a caer.
Cuentos de la Tierra (2023) es la nueva película del director argentino Pablo Nisenson, además de estar coescrita junto a Viviana Suárez. La trama se centra en cinco historias, con personajes interpelados por el pueblo mapuche y sus raíces intrincadas en ellos/as. Un padre con su hijo, una niña pequeña, un concertista de música clásica, un locutor de radio, una actriz, y un viejo líder (o Longko). A través del desarrollo de cada relato se expondrán temas como la cultura, la vida, el recuerdo, y lo más importante, el factor identitario de todas estas personas. Dichos elementos aparecen en carne propia y desafían a cada actante a volver a sus inicios, aquellos provenientes de un pasado lejano, pero a su vez próximo.
Lo primero a destacar de la obra es su fotografía. A cargo Rodrigo Pulpeiro, la imagen impacta con su estética del blanco y negro bien saturado. Donde la oscuridad se posa sobre los rostros de los personajes y formaliza sus sentimientos; estos, por supuesto, en vilo. Muy similar a los trabajos de un gran director de fotografía como lo es Łukasz Żal, no parece desacertada la elección de suprimir el color, ya que los planos y su composición ayudan a aumentar el lado dramático de los relatos. La pulcritud captada por la cámara realza a cada historia, generando una imagen precisa y a su vez bella.
Con una construcción narrativa muy interesante desde el guion, las historias corales desembocan en una misma idea: la identidad mapuche. Tenemos tres momentos claves. Al inicio en donde dudas, apariciones, y miedos se materializan y afectan a cada uno de los protagonistas. Luego, la puesta en duda. Ya sea con el personaje del músico, o el locutor, se comienzan a tener incertidumbres a lo establecido y cómo la sociedad imperialista buscó callar a los verdaderos orígenes. ¿Por qué limitarse a contar la historia de los colonizadores? ¿Cuándo llegará la hora de emitir la voz de su propio pueblo? Dichas incógnitas, muy probablemente, pululan en las mentes de los personajes, y eso desembocan en la parte final. La paz y seguridad de estar comunicando los relatos de los mapuches. La composición de una canción ancestral, la voz de la radio que comunica verdades, la protección de un río, la enseñanza de las creencias, esto, y un largo etcétera, cierran el círculo narrativo de la película. Una necesidad que debía ser contada, y en este caso con un despliegue formal notable.
Película digna de apreciar y recomendar. Donde se evocan sentimientos, que al principio están distanciados, pero que sobre la marcha se vuelven inherentes en cada espectador. Se llega a comprender el horror de silenciar a una población. Es por ello que deben surgir estos relatos, desde lo más profundo del alma humana. Esta, por supuesto, de la mano de todo tipo de medio artístico.
