Por Mónica Sara Eckstein Hauer
Ig: Monika.sara19
Ficha técnica:
Dirección: Santiago Mitre (El estudiante, La patota, La cordillera, Pequeña flor)/ Guion: Santiago Mitre y Mariano Llinás/ Música: Pedro Osuna/ Fotografía: Javier Juliá
Productora: La unión de los ríos, Kenya films, Infinity Hill, Amazon distribuidora.
Con Pantalla Partida tuvimos la suerte de participar del pre estreno de esta gran película, en el Cine Club Núcleo; la misma es imprescindible para la memoria de los argentinos y ¿por qué no? para todos los habitantes de este mundo.
El compartir el camino del héroe con nuestro maravilloso y respetado fiscal Julio Strassera y el igualmente admirado, idealista y audaz, fiscal Moreno Ocampo; ambos rodeados por un pequeño número de jóvenes luchadores, absolutamente anónimos, seleccionado por ellos, nos obliga a vibrar, temer, reír, llorar y emocionarnos. Porque este extraordinario guion, el cual en términos de género es sencillamente sobre un juicio, está narrado sin estridencias, con veracidad, rozando apenas la ficción y no se detiene en su evolución sin aburrir en ningún momento.
La producción no escatima en presentarnos la ambientación de aquellos años. La selección de los tonos sepia en su paleta de colores nos recuerda que es nuestra reciente historia y también el oscurantismo que aún persistía en aquella frágil democracia. Una dirección impecable (muy habitual en Santiago Mitre). Un Darín quien, casi desapercibidamente, se luce (perfil bajo a lo Strassera), acompañado por un Lanzani joven y entusiasta. El dúo se complementa a la perfección. Algunos roles, menos importantes en sus actuaciones, son poco verosímiles, pero no opacan la calidad del resto. El casting de los rostros de los integrantes de la junta militar es excelente, ni hablar del periodista Bernardo Neustadt.
Para los que somos contemporáneos de 1985 revivir esos días es muy fuerte, para los jóvenes: es una lección de vida. Una puerta abierta a la esperanza y un constante recordatorio de la presencia de las divisiones y odios que lamentablemente aún persisten.
Argentina, 1985 es imprescindible, imperdible. Cercana a nuestras emociones. Un final romántico recordándonos la duración de nuestra democracia.