Por Vanina Suárez
vaninagsuarez@gmail.com
Documental
Duración: 92 minutos
Origen: España
Miguel Ángel Muñoz es un actor, cantante y bailarín conocido en su país natal, España. Trabaja desde muy joven, su debut fue a los 10 años en el cine y es un fehaciente colaborador en causas humanitarias con diversas ONG.
El documental comienza con un breve registro de su vida y su entrañable relación con Luisa, la hermana de su bisabuela, quien no se casó porque debía cuidar a su madre y poco a poco se fue haciendo cargo de cuidar a Miguel cuando sus padres trabajaban. Entre ellos siempre existió un vínculo especial como de cómplices y amigos; ella, sin dudarlo, lo alentaba para que concretara sus proyectos, sobre todo los artísticos. Miguel tiene la idea de que esa historia de amor puede tener un final y el joven artista decide cumplir con su Tata ciertos objetivos, como viajar, conocer sus orígenes, que participe como actriz en algunos proyectos e, incluso, que tenga su propia película.
Mientras conocemos algo de la vida de Luisa, la historia se detiene en el comienzo de la pandemia, empezamos a ser testigos de cómo las rutinas de una señora que vive con acompañantes durante las 24 horas debían cambiar, quedarse sola o buscar otras opciones para su cuidado. Es allí cuando su sobrinobisnieto decide instalarse en su monoambiente las 24 horas pensando que el aislamiento obligatorio y preventivo en España duraría 15 días y cómo todo se fue extendiendo durante mucho tiempo. Cuando el documental habla de amor lo mangnifica y lo explaya a un universo mucho más amplio que el de pareja, lo pone como protagonista y motor de la historia que se presenta.
La película cuenta los 100 primeros días, Miguel empieza a registrar situaciones cotidianas y divertidas, juntos revuelven cajones, miran fotos, cocinan sano etc., e, incluso, pone de manifiesto que, por primera vez en su vida, debe acompañar al baño o higienizar a la mujer que tanto amor le brindó y lo cuidó de pequeño. Esos días solos y aislados estaban llenos de amor y humor pero también de momentos duros, difíciles, dónde ella le manifiesta qué debe hacer cuando muera y él no quiere acostumbrarse a la idea de que ella no esté. Ese vínculo maternal que juntos forjaron también se vuelve crudo, al poder transitar en primera persona cómo es el cuidado a las personas mayores, desde la medicación, los dolores, la alimentación sana etc., sumado a los números de fallecidos que dejaba la Pandemia, las noticias desalentadoras en el mundo y todo el cuidado que debía tener Miguel Ángel a la hora de salir a realizar compras para evitar contagiarse por Luisa.
Durante esos días, donde algunos roles se invierten, ya no es ella quien lo lleva a la escuela, lo cuida o le da de comer, él toma ese rol intentando devolver todo ese amor y confianza que ella depositó a través de los años. 100 días con la Tata no tiene fórmulas nuevas, el registro personal, incluso el actor es quien relata el pasado y el presente que transitan, Luisa casi es un testigo partícipe y entrañable del relato; así y todo la narrativa es imposible que no nos llegue, el grado de emotividad es enorme y la empatía que ellos generan supera y traspasa la pantalla. Tanto la Tata como Miguel tienen un carisma particular y eso es llevado al documental de una manera íntima y fraternal, que seguramente calará en los hilos más personales de algunas personas que vivieron situaciones similares.
Sin lugar a dudas, el trabajo habla de los miedos a las ausencias pero con la certeza de que lo verdaderamente importante es disfrutar el presente.