Por Gerónimo Rivera Cano
FICHA TÉCNICA
Producción General y Dirección: Cinthia Rajschmir/ Guion: Cinthia Rajschmir – Marcela Marcolini/ Producción Ejecutiva: Graciela Mazza/ Fotografía: Santiago Mouriño, Fernando Viñuela Virginia Rojas Mariana Russo Sebastián Meléndez/ Montaje: Liliana Nadal/ Música: Horacio Straijer/ Asistente de Dirección: Wanda López Trelles/ Sonido: Nicolás Cesario
Postproducción de Sonido: G. Pomeranec A. Rodríguez/ Postproducción de Imagen: Gorky films/ Distribución: Luciana Abad
En el marco del Fesaalp estuvimos en la función de la película sobre Sara Facio.
Los ojos. El mirar. Retratar como si fuese la vista propia. Fijar al tiempo en 35mm. Otro lenguaje, otra expresión. “Hacer” fotos. “Sacar” fotos.
Hay tantas maneras de ver, como tantas veces el sonido del click rompe la planicie del silencio. Cinthia Rajschmir comenta que su documentar es porque se sintió identificada con la fotógrafa. Les aúna ese mismo impregnar nacido del contexto, trasvolado en el imaginario corporal. La nutrición artística se obtiene del rodar, del experimentar, del poner el cuerpo.
La elección fue mutua. “Si estás sentada allí -dijo Sara a Cinthia- es porque me gusta lo que hacés y cómo lo hacés …”
La documentalista logró el vinculo con quien es documentada. El valor persona es primordial. Comparte su descubrimiento. Es una obra que no desubjetiviza a la artista, no la reduce a genialidad.
“El documental se termina de construir en la sala de montaje” me reafirma la documentalista al salir de la proyección realizada en el Teatro de la UNLP en el contexto del festival FESAALP. El encuadre es rebelde. Desprenderse de la comodidad y seguir, hacer, el camino. La memoria, Sara Facio la guarda en un placard espejado, en carpetas. Las puertas son espejos donde primero se refleja la cara de quien se acerca, luego el sitio donde la historia descansa -en cajones de su estudio o dentro de los estantes.
Allí está nuestra identidad y la suya: vivir momentos. Documentar. Decir, decir y decir. Vivirse en el lugar adecuado. Adecuar el enfoque al lugar. Hacer del lugar el lugar adecuado. Darse a la vida, al miedo. Darse… como acción sin situar alguno, con múltiples lugares. Para mover las fotos hay que tener fuerza. Más cuando estas tienen el peso de llevar acontecer, percepciones voluptuosas: lugares como la casa del poeta. Su piedra que la constituye. La fuerza irreverente del Pacífico. El sonido del campanario de Neruda.
Momentos: captar la creación. Inmortalizar ese suceso. Hacer del nacimiento un nacer constante. Eterno. Hacer eterno el hábito en un hábitat para cotejarlo luego con el posterior hábitat vacío. La falta y la presencia, el matiz.
La foto crea un recuerdo que a veces puede, no engañar, sino crear otra realidad que no es sino verdadera. Recrea el recuerdo por medio de una vivencia compartida.
Parte del cuerpo era la cámara. La Buenos Aires de ayer. Su rebeldía de siempre. La noche solo paraliza a aquellas, a aquellos, que tienen mucho por hablar pero poco por decir.
Sara Facio yiraba por la ciudad sin querer encontrar algo, buscando espigar historias para hacerlas inmóviles y contarlas a través de su mirada. Rescatar los hechos de lo escurridizo del tiempo. La belleza es la resistencia al paso, a lo fungible. La belleza deviene dejando estela. La estética descansa en la mirada.
Ayer Quinquela con sus colores, luego Facio con el color del Riachuelo.
Que mueran las postales. Larga vida al fotografiar poniendo el cuerpo, escapándole al foco instituido; fotos púberes con granos, que guardan mensajes maduros que jamás tendrán ni olor ni sabor podrido.
La artista nos comenta sus libros, acaricia cada página. La tinta ese lenguaje táctil. La luz es lo personal dentro de lo político del fotografiar. El fotografiar es otra lectura. La narrativa es la piel. La otra piel. Y la propia. Los rasgos cuentan historias persé, las imágenes impresas cuentan esa narrativa; la despliegan y la dan al entendimiento del visualizar. Ensayo fotográfico.
¿A caso hay un para siempre? ¿A caso captar momentos es otro tipo de escritura sin palabras? Apalabrar lo hace cualquiera.
“Sacar foto”. ¿A quién se le saca? ¿a quién se le quita qué? ¿Por qué hay ese quién?
Quizá sea ello un secreto que no vale la pena develar.
Quién quita, quién saca ese instante al momento busca pasar inadvertida. Pero advierte el acontecimiento y lo congela.
De ahí viene su peso. El peso de la imagen. El retrato hace a la geografía de la persona. Hace un mapa de su corporalidad. La piel no es cemento. La piel es la hoja y el mensaje. Las sonrisas en los retratos tomados por Facio no son la jaula de la boca que dice. Muy por el contrario son otro espacio que posibilita el devenir. La fotografía no es un recuerdo. Es un eterno presente. No hay retorno. Viven. Guardan algo detrás. Su detrás es imaginación. Es Libre. Particularmente el detrás de estas figuraciones es ni más ni menos que la vista de la rebelde y genial figura de la expresión, Sara Facio.