Por Gerónimo Rivera Cano
Apuntes sobre La lucha en Mendoza Por el Agua.
Dirección y guion: Bernardo Blanco
En el marco del DOCA, Festival Internacional de Cine documental
“El agua de Mendoza no se negocia” se escucha cual mantra, intentemos entrar en esta misma postulación. El agua no es de disidentes ni de quienes quieren venderla. El agua es de todes. Me arriesgo a más: somos agua. El agua no “es de”, sino el agua es todes. Todes somos agua. Todes somos la porción de tierra que habitamos y que compartimos. Que vemos habitar. Que como peregrinos/peregrinas hemos de pisar. Mendoza y el agua que corre por esa porción de tierra somos todes.
¿Cuántas veces -para nutrir sus palabras de cianuro- habrá tomado de su vaso (cuerpo que engalana al cuerpo que nutre realmente) agua el gobernador mendocino?
No creamos en pueblos que no bailen; en pueblos que no canten; en pueblos tímidos; en pueblos que practican modales impuestos por aquellos que manejan los piolines. No clama el pueblo, el pueblo defiende lo que le es propio.
¡Clamar claman esclavos que se saben esclavos! El pueblo, la poblada no clama! La poblada grita, canta, ríe y baila, se emociona, pone el cuerpo, llora. La geografía popular no es dada en un mapa, se traza en abrazos, en roces, en radicales amores.
Calores en pechos de eternas primaveras. Los “cortes de calle” por “manifestaciones” no son más que soplos de aire fresco sobre lo inexpresivo de las líneas rectas generadoras de dióxido de carbono y aniquiladoras de la belleza verde. Las manifestaciones son lo multicolor, lo multicultural, la implicancia ociosa para el deslinde del negociado. La manifestación es la política poética del compromiso, un delirium tremens que ojalá sea un constante.
¿Qué mejor cosa querría un dirigente, una dirigenta popular más que la manifestación constante de su pueblo?
Claro, pasa que dicha manifestación no es recta, ni gris, es curva y tiene matices.
No es una premonición de lo que hoy sucede en Jujuy, es aún peor no cambió nada. Ni cambiará. La esperanza es pasiva. La resistencia es la única respuesta a la que intentan buscar hacer agotar; intentan menoscabar por medio de fríos colores metálicos, y oscuras cremalleras; ayer verdes hoy azules.
El extractivismo es violencia. Es un homicidio insidioso. No mata de forma directa (cual bala de goma o plomo policial); aniquila de forma burocrática. La esperanza descansa en un sillón, la expectación está habitando los afueras de las calles.
Las calles se toma como ese lugar común, ese río de resistencia. Cuando el “afuera” se hace “adentro”, ¿qué rol cumple el miedo cuando se habita lo que quieren hacer deshabitar?
La resignación fue quien miró por la TV. La poblada no negocia el cuerpo que es saliva en su grito de lucha. La verdadera democracia descansa allí, no duerme, despierta. Opina, se involucra. Está allí persé. Con perfume de plaza, avenida, caserío, no necesita usar traje y corbata; camina cómodamente por la banquina de la ruta. Se organiza en asambleas populares, en la cooperación comunitaria. El futuro no es un progreso maquínico, artificial e individual; el futuro será cooperativo o no habrá tal.
Redes sociales, redes humanas, tejer redes en el campo social. Organizarse. Algunos defienden intereses económicos, otros defienden lo circundante a la existencia.
Los primeros tejen redes detrás de bancas, detrás de colores distintos. Los segundos representan un mismo ininterés: la vida. La vida en dignidad.
La legislatura vallada; la arquitectura no es inocente, por algo los muros son tan altos y las rejas tienen guinches en sus puntas. La represión es silenciosa, busca hacer callar. Sin embargo muchas voces aunadas, resquebrajan incluso hasta el alquitrán de autopistas.
El pueblo es un happening y el ingenio es inagotable. No es necesario extraerlo del corpus popular, emana, brota. El genio del pueblo flota en las aceras.
El texto muerto de una ley encuentra la vida en los bocinazos, en la procesión, en la asamblea, en la partida para llegar hacia un encuentro que sea otra nueva partida.
Marcha: caminar hacia. Aunque ese hacia se mueva constantemente. Extropección. Huir hacia delante.
No “salir”, sino caminar, ir. Conquistar el delante hoy. Conquistarlo mañana, también.
El texto puede hacerse camino, puede hacerse paso. El verbo es conjunción popular. Puede convertirse en mantra, en cántico rico de tonalidad diversa. Colores de voces que a veces se asemejan al arcoíris, sin principio ni final.
Reverdece lo político que se agita intrínseco en el arte cinematográfico, los principales protagonistas tienen nombre, pero ahora ese no importa. Es su historia, su identidad, que a la vez se aúna a un mismo fin que constituye un sentido único. Hay diversidad de origen, allí radica la riqueza; pero el brillo se encuentra en el punto de conexidad, en su “razón de ser”… Les que fueron y son siempre jodides, también saben muy bien joder. Y guay que es contagioso.
Un germen alegre, un germen futurista que protege el hoy. Siempre es hoy cuando el campo social comienza a formar, crear, tejer, “ir por”, el futuro abierto a lo diverso y al diversificar.