Por Javier Carrizo
Nada_pasara_
FiCHA TÉCNICA:
Título original: Juego de brujas/ Año: 2022/ Duración: 85 min./ País: Argentina/ Género: Terror, Fantasía./ Dirección: Fabián Forte/ Guion: Fabián Forte
Reparto: Lourdes Mansilla, Ezequiel Rodríguez, Denise Barbara, Virginia Lombardo, Natalia Grinberg, Alexia Moyano.
“Sal y tripas de sapo para detener al demonio”
Después de sus producciones anteriores (La Corporación, Malditos Sean, El muerto cuenta su historia, y Legiones), Fabián Forte asume su rol de protagonista dentro del auge del cine de terror nacional, con una película que no se aleja del fantástico y del susodicho, pero si del tinte de comedia.
Para la ocasión, Mara (Lourdes Mansilla), recibe una caja en la puerta de su casa, luego de que una chica víctima de un siniestro (está ensangrentada), allí la deje. Como buena amante de los videojuegos, Mara es tentada por el juego de realidad virtual que encuentra en la misma, y acepta convertirse en bruja por involucrarse en el reto. A todo esto, la hermana de la protagonista desaparece, y Mara queda inserta en el juego, en el que se relaciona con dos brujas y un brujo de look victoriano, que le proponen convertirse en hechicera para rescatar a su hermana.
¿Qué hay de verdad y qué de realidad en todo lo que se sucede a partir de esto? El paralelismo entre el juego y la realidad, es en lo que su director se apoya para desconcertar al espectador, con la finalidad de insertarlo en una inocua existencia.
En Juego de Brujas, la estructura narrativa clásica que se diseña para sostener el nuevo universo de Forte, no solo construye un ambiguo e indefinido objetivo en la protagonista, sino que debilita las acciones y aconteceres de ese mundo fantástico que hibrida con el sucedáneo real.
La esmerada propuesta de arte, vestuario y de efectos especiales, en conjunto con la acertada utilización de locaciones, se ve afectada por un esqueleto narrativo que sufre el acartonamiento de aferrarse a convencionalidades genéricas, que poco tienen que ver con una autenticidad “nacional”.
Esa debilidad discursiva encuentra su epicentro en el intento de imitar una forma y una manera, porque la inverosimilitud no yace en el cosmos de fantasía que Forte propone para el film, sino en el diagrama de la necesidad dramática de la protagonista y el antagonista, y en el empeño de regodearse con arbitrariedades por el solo hecho de ser aquellas las que consolidan ese determinado género.
Juego de Brujas es un ambicioso trabajo que limita a su narrativa, pero que despierta pasiones y la esperanza, de que cada vez más espectadores se acerquen a producciones como estas, que hasta hoy en día son poco exploradas en nuestro país.