Por Juani Villano
Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
Una deidad quizás. Sagrada y oscura a la vez. Los huesos crujen y la sangre fluye. Algo se está gestando. El vientre materno grita de dolor y miedo. Un terror puro se esconde en la negrura de la noche, clamando por un tributo corporal y etéreo. Vivir en pos de huir y huir para no morir.
La directora Michelle Garza Cervera preparó un cóctel tenebroso; donde los fantasmas rompen sus extremidades para llegar a desgarrarnos y dejarnos caer en una espiral de horror. Con esta historia rica, ingeniosa y cruda, la realizadora mexicana logra un cometido nada fácil de llevar adelante. Siempre que una película de género logra contar una historia principal que nos ponga los pelos de punta, y a su vez aplicar la teoría del iceberg (relato subyacente) al mismo tiempo, no hay otra opción que alabar a la obra. La decisión de ser madre y todas las incertidumbres que eso conlleva. Pensar y hacer una crítica social es la herramienta más importante que tiene el humano
Como dijo la misma Cervera, todo parte de experiencias propias y familiares. Tuvo que enfrentarse a sus padres a la hora de visionar su película. Tarea valiente y madura. El país de México está lleno de estos mitos, y cuando se mezclan con la realidad del día a día, cobran más preponderancia. Por eso, partir de la relación padres e hijos es una decisión temeraria pero necesaria.
Apuesto todas mis fichas al decir que se trata de la mejor película de terror del 2022, y siento que no me equivoco. Con una corta edad y primera incursión como directora de largometraje, esta autora se encuentra preparada y capacitada para llegar lejos. Muchas predicciones y pocas dudas de mi parte. ¿Próxima gran maestra del horror?. Solo el tiempo proclamará dicho veredicto.