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Crímenes del futuro, la genial última película de Cronenberg

Por Tomas Emanuel Brunella.

@josehumano8
Coproducción: Canadá, Grecia, Reino Unido, Francia
Género: Ciencia Ficción, Fantástico, Terror.

Dirección y guion: David Cronenberg/ Música: Howard Shore/ Fotografía: Douglas Koch

Reparto: Viggo Mortensen, Léa Seydoux, Kristen Stewart, Scott Speedman, Welket Bungué, Don MC Kellar, Lihi Kornowski, Tanava Beatty

 

Galpones abandonados. Pasillos donde la humedad se come a las paredes, hasta dejarlas todas marrones. Barcos estancados en ruinas y un aire tenso en unos claroscuros que encierra a sus personajes, que nunca se entiende como sobreviven o donde realmente viven. El libre albedrío de su maquinaria corporal también se enlaza con el de su narrativa en la última pieza de Cronenberg, que juega a ser una vuelta a su identidad artística, en redondear ese corpus que lo catapultó en el rey de la nueva carne.

Una película tan agria como con esa picardía que envolvía al cine de clase B… pero todo sujeto a una identidad cinéfila tan pulida. Crimes of the Future funciona como una distopia que viene a cuestionar varias cosas, o darles un giro, desde la combustión de que puede ser una creación artística, o que lo es, y que deja de serlo; como también un viaje a una evolución del sexo, de una manera tan corporal, donde no hay penetración, pero sus cuerpos se despedazan en una tensión, que parecen llegar mejor al climax que de otra manera.

Guión y dirección llevada por su mismísimo autor, en este regreso.  Cronenberg habla en este futuro apocalíptico de una mutación social como a nivel sensorial; los seres humanos caminan en derroteros y expanden sus curiosidades íntimas en plena calle. El arte pasó a ser una obsesión orgánica de una manera nociva, un entorno artificial, donde ahí la estrella es Saul Tenser (Viggo Mortensen), un artista performativo, que escenifica la metamorfosis de sus órganos en espectáculos de vanguardia, lastimándose y operándose en vivo; su ayudante y también habilidosa en la performance es Caprice, que es una guía de esas espirales tan oscuras de sus shows. Los dos son compañeros, como amantes, y a la vez comparten ese riesgo a vivir en base del arte de uno; conviven y encarnan una especie de unión espiritual tan fuerte como suelta: ninguno de los dos tienen rasgos posesivos o se limita a la necesidad de expandir sus creaciones.

Ellos van cruzando distintos personajes, entre show y show, como también una propuesta arriesgada, hasta tener que cruzarse a la Oficina del Registro Nacional de Órganos. Todo esta combinación oscura corporal, como también tan libre a nivel cine, hace a esta película como si fuera una tesis concreta de la esencia de su autor. Porque Cronenberg es un creador de imágenes tan contundentes en su artesanía, pero también lleva ese lirismo humano, que mezcla la emocionalidad con lo sensual; David Cronenberg es un cineasta tan curioso de nuestra condición, que lo llevó a rincones únicos en tantas de sus obras maestras, podemos nombrar desde The Brood, a Scanners, la hermosa visualmente Videodrome o La Mosca; como también la arriesgada El Almuerzo Desnudo y como no, que de esta última tiene mucho, es imposible no recordar a la brutal Crash, donde el sexo nacía de ese dolor tan físico, tan violento como estrellarse manejando un coche, una perversión que unía a la muerte con el orgasmo.

Con el pasar de los últimos años, el director pasó por una narrativa, o contar relatos igual de potentes, pero más ligados al  drama, sin perder esa cuota de surrealismo carnal. Crimes of The Future es una vuelta, a su imaginaria, a su divertida búsqueda, y sin necesidad de venderse nunca; una película original, tanto como con los misterios que hay en esa sensación que nos recorre; esta película tiene la capacidad de tener un mundo interior tan propio, ¡tan único! con su atmósfera densa, que palpita en grises bien logrados por el director de fotografía Douglas Koch, entrelazando una profundidad en cada imagen. 

La humanidad entró en una antipatía, una zanestesia emocional, con su cuerpo y hacia otro, propaga esa visión de cómo está perdido a nivel tacto, a nivel de que nos sobrepasó la tecnología y nos detuvo el crecimiento de nuestro interior mas emocional.  El acto de cariño y sexual de esta película nace en su entrega, en su director que a pesar de su edad, sigue vigente a su curiosidad, a su necesidad de hacer cine; de sus actores, todos tan mandados, como en una expresividad seca pero a la vez brutal. Viggo Mortensen es ese paladín que nos atrapa, y Léa propone esa sensualidad que nos agita, pero también que hace tan real a sus rasgos, como sus ojos a punto de lagrimear por necesidad.

Una película que es un acto a no detenerse nunca, tanto por Cronenberg, como por su osadía, de arriesgarse más, de buscar más, en un mundo oscuro, que actúa indiferente ante todo. Sencillamente genial, como ese último plano a lo Dreyer.

Publicado en Críticas

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