Por Emanuel Brunella
@josehumano
Luego de varios días tenues, sin saber a donde ir, o qué significa que yo viva en
Capital, o qué hacer con mi vida, esta mañana me olvidé de mi compromiso de ir anla función de prensa de The Brutalist. Fui trotando al subte, el viaje fue relajado y
medio tenso, ya que el ferroviario que manejaba dicha máquina amagaba en
arrancar a veces.
Por suerte llegué al cine, cansado y raro, y la película comenzó con contundencia. Sus imágenes y su sonido tan
peculiar, rozando lo melancólico con lo fuera de este plano, casi experimental.
Un Brody en estado de incomprensión, y con sorpresa de lo nuevo y amargura de lo
vivido, sus expresiones, sus necesidades, su caminar; un dolor andante en una
tierra de oportunidades lascivas.
Cuando veo este film, me quedo con ese estado de gracia fílmico, principalmente en
su primera parte, ese clasicismo de antes, que tenía su tecnicismo, pero tambié
una vivacidad en sus historias, emociones, e imágenes.
Pedazo de inmensas imágenes, sobrias, como las obras arquitectónicas de nuestro
protagonista. No sobrecargadas, sino imponentes y finas, como un gran traje gris parado en el aire, con su música que te aborda entero el cuerpo; su edición astuta y unos actores soberbios. Pienso en Sergio Leone, o Angelópoulos, hasta el Bertolucci de Novecento, pero no se si tan narrativo; mas bien por esa proeza, por esa esencia
atemporal que perdura de la obra de arte; de los trazos gigantes de un primer plano
emocionado yendo en el asiento trasero de un auto y sacando la cabeza por la ventana.
Por las miradas, por la intimidad, por ese sexo frustrado, por esa mujer que regresa
para salvarlo, por ese amor incondicional…
tiene esa manufactura, aun la pienso, creo que me quedé extasiado en su primera
parte. La segunda, dispersa, aun me conmociona; no siento que que me haya cerrado en su totalidad. No sé, es extraño.
Encuentro que no me cuaja su epílogo, o desentona, o mequitó de toda su sombría
aire, de esa angustia levitando que muta a nostalgia. Reitero, su epílogo me tiene raro, su manera de redondear el final. Creo que deberia volver a verla;más allá de eso que es mi sentimiento, o como me tocó.. Más allá de que siento que cambia de tono abruptamente, o no me conmueve esa decisión final, encuentro
casi en su totalidad a esta pelicula majestuosa. Qué es una obra maestra lo es, después lo que me pasara con su final es otro tema. Es una pieza que perdurara, pero de gran belleza y dolor de la historia, de los que emigran, de los de afuera.De los desamparados.
Que mundo raro… somos todo lo mismo, pero aún así nos separamos como ganado y
algunos se creen más que otros