Volver a los orígenes del cuento tradicional
Por Vanina Suárez
@vaninagsuarez@gmail.com
Puntaje 5/10
Origen: Italia, Francia, Reino Unido.
Ficha técnica
Dirección: Matteo Garrone./ Elenco: Roberto Benigni, Federico Ielapi, Gigi Proietti, Rocco Papaleo, Massimo Ceccherini, Marine Vacth, Paolo Graziosi, Marcello Fonte, Teco Celio, Davide Marotta, Gianfranco Gallo y Massimiliano Gallo/ Guion: Matteo Garrone y Massimo Ceccherini, basado en el relato de Carlo Collodi/. Fotografía: Nicolai Brüel. Música: Dario Marianelli. Edición: Marco Spoletini.
Pinocho es un clásico que durante muchos años fue considerado perteneciente a la literatura infantil, siendo una de las historias más macabras y tenebrosas (aunque no la única) que nos leían de niños. Hay diversas versiones del tradicional cuento escrito por Carlo Collodi, la más conocida es la que Disney filmó en 1940 y se rumorea que la misma compañía está preparando una versión animada con la participación de grandes artistas.
En esta ocasión, la película es dirigida por Mateo Garrone, un reconocido director italiano que tiene entre sus obras más destacadas a Dogman (2018)/ Gomorra (2008). La cinta tuvo su paso por la Berlinale y estrenó el pasado 8 de abril en salas de cine de nuestro país. La historia relata los pasos del mítico muñeco de madera que da vida el carpintero Geppetto. Roberto Benigni interpreta al padre de Pinocho en una de sus mejores actuaciones, ya que su estilo recurrente tiene que ver, quizás, con gesticular mucho a la hora de su trabajo pero aquí está medido y correcto; transmite de manera nostálgica los deseos de ser padre que un hombre atraviesa.
Gepetto entusiasmado por la llegada de un circo donde observa marionetas, tiene la excéntrica idea de que con un trozo de madera podrá dar vida a una de ellas para que le haga compañía, y como un sueño hecho realidad esa madera moldeada articula, se mueve y le comienza a decir papá. De allí en más, la historia es conocida por todos y Garrone no olvida a ninguno de los condimentos que dan vida al tradicional cuento. El diseño visual que tiene es bellísimo, filmada en paisajes agrestes de Italia, que pueden evocar por momentos al neorrealismo italiano. Así mismo, hay un enorme trabajo del departamento de arte con vestuario, maquillaje y ambientación de las locaciones, pero tiene dos enormes cuestiones que hacen navegar a la película por un mar incierto. En primer lugar carece de ritmo, los sucesos acontecen y, el hecho de que sean ya conocidos por una gran parte del público, amerita tener una variante para conseguir ciertos golpes de efecto, cosa que no ocurre nunca. Con esto no quiero decir que el director debiera modificar algo de la historia que eligió contar, pero si hacemos un paralelismo con otras producciones de la literatura «infantil» que llevaron al cine, podemos encontrar que aquellas deciden poner el foco sobre algún elemento, por ejemplo los efectos especiales. En segundo lugar, el tradicional cuento que tiene mucho del relato como si fuese una especie de fábula, utiliza a los animales para dictar sentencia sobre el bien y el mal; en la versión de Garrone eligen encarnar a esos personajes con humanos y la moralidad pierde efecto en su estructura tal como fue presentada originalmente. Quizás, si hubiese ido por un camino distanciado de lo que propone su autor inicialmente, no sería extraña o desafortunada esa elección.
El cuento, que claramente no es para niños, plantea temáticas súper importantes como la explotación infantil, la miseria, el gran deseo de ser padres, los hijos vs los padres, la rebeldía en la adolescencia, entre otros, pero todos son contados con una linealidad emparejada que es difícil de disociar para luego poder enaltecerlas o destacarlas. Además, entiendo que el director elige esa ambientación para hacerlo desde un costado de época, nostálgico, mezclado con el relato fantástico que el cuento propone, pero aun con semejante despliegue visual que intenta volver a los orígenes del cuento macabro, tenebroso y oscuro, no logra ser un factor determinante para que la película sea potente.
Esta versión de Pinocho no tiene un público específico al que va dirigido: para los niños puede ser tenebroso y difícil de digerir, y para los adultos, resulta tan lineal y poco profundo que no emociona, no entretiene, no impacta. El mérito, sin lugar a dudas, se lo lleva la parte técnica porque visualmente es impecable.