Por Leny Pereiro
@lenypereiro_ok
Género: Comedia, thriller
Ficha técnica:
Producción: Argentina, Francia, Bélgica, Canadá (Maneki Films, La Unión de los Ríos, Setembro cine, Panache Productions & La Compagnie Cinématographique)
Dirección: Santiago MITRE/ Guion: Santiago MITRE, Mariano Llinás/ Fotografía: Javier Juliá (ADF)/ Arte: Pierre-Francois Limbosch/ Montaje: Alejo Moguillansky, Andrés Pepe Estrada, Mónica Coleman/ Sonido: Oliver Le Vacon, Santiago Fumagalli (A.S.A), Nils Fauth/ Música: Gabriel Chwojnik/ Asistente de dirección: Brice Morin (AFAR)/ Continuidad: Felipe Solari Yrigoyen/ Vestuario: Oriol Nogues/ Maquillaje: Flore Chandés/ Jefe de producción: Julien Auer
Reparto: Daniel Hendler, Vimala Pons, Melvil Poupaud, Sergi López, Francoise Lebrun, Éric Caravaca,
Pequeña flor (Petite fleur en su título original) es la cuarta realización dentro del circuito comercial de Santiago Mitre, después de El estudiante, La patota y La cordillera, y está basada – de forma muy libre- en la novela homónima de Iosi Havilio (2015).
La película comienza con un parto domiciliario en un barrio francés, de clase media. Lucie (Vimala Pons) es la madre, y José (Daniel Hendler), el padre y quien la asiste. Ella es francesa y él, un dibujante rosarino que se queda sin trabajo a los dos meses de nacida la niña (Antonia), y que, además, se resiste a hablar francés, lo que implica una gran dificultad para relacionarse con su entorno. Esto trae como consecuencia que Lucie comience a trabajar en un diario local, dejando a Antonia al cuidado de su padre.
En este primer planteo argumental tradicional, un suceso simple como ir a pedir una pala al vecino para arreglar el jardín, se constituye como el disparador sorpresivo de lo que vendrá de ahí en más: una comedia negrísima, fantástica, con varias capas de lectura, y en cierto sentido provocadora. Aunque con algunos altibajos, en los que más se destacan las actuaciones en los arriba, y un ritmo desparejo en los abajo.
En esas actuaciones, Hendler, con una económica pero efectiva variación gestual, compone a un José -en algún punto conformista y algo depresivo- muy acorde a lo esperado. Y transita esta película con comodidad y muy buen resultado. Pons, construye sólida a una Vilma mucho más avasallante y resolutiva, donde la mezcla entre el francés y el argentino en el hablar, le da un plus fresco y divertido.
Poupaud, como el vecino Jean-Claude, desarrolla con solvencia su papel de excusa conductora de la historia, tanto en su actuación como los aportes en off. Y López, como una especie de gurú/psicólogo francés-catalán, no desentona ni decepciona. El único rol desaprovechado para mí es el de Françoise Lebrune, como la vecina Agnês; un personaje introducido para la expectativa pero que se diluye sin ninguna trascendencia.
Sin avanzar en el argumento, creo necesaria una consideración final de la presencia del jazz durante toda la película (no en vano el título es Petite Fleur), que, con sus propias características de imprevisibilidad musical, da el marco de referencia para este intento permanente de interpelación a las rutinas que, en definitiva, es lo que nos propone el film. Las laborales, las de pareja, las de la maternidad/paternidad. Las que sean.
Por todo esto, Petite Fleur invita a verla. Aunque más no sea para comprobar que con un tema tan cotidiano y que nos atraviesa a todos, y desde una construcción entre fantástica y real, se puede ser provocador, original e imprevisible.