Por Juani Villano
@nada_pasara_
FICHA TÉCNICA:
Título original: Fragments of Paradise/ Año: 2022 /Duración: 98 min./ País: Estados Unidos
Dirección: KD Davison/ Fotografía: Bill Kirstein /Edición: Michael Levine /Música: Osei Essed, Saul Simon MacWilliams / Producción: Leanne Cherundolo, KD Davison, Elyse Frenchman, Matthew O. Henderson/ Producción ejecutiva: George Kunhardt, Peter W. Kunhardt, Teddy Kunhardt, Oona Mekas, Sebastian Mekas
Compañía productora: Kunhardt Films
Intérpretes: Peter Bogdanovich, John Waters, Martin Scorsese, Jim Jarmusch, Marina Abramovic
El precursor. Aquel hombre que cambió su mano por una cámara. Donde iba captaba los momentos de la vida con simples detalles. Cuando creía ser olvidado, su buena compañera lo guiaba por la oscuridad. El talento es negociable, la pasión no… siempre debe estar ahí, en lo más hondo del pensamiento, donde moran los caídos y los que están por venir. ¿Fracaso? Él no conocía esa palabra, y aun cuando estuvo cerca de caer en este, supo levantarse y alzar su cabeza. Un genio como pocos, un hombre de sensibilidad pura, un cineasta como muy pocos
Fragmentos del Paraíso (2022) es la última película estrenada de KD Davidson, en el marco del BAFICI 24, en la categoría de Cine sobre Cine. El documentalista abarca la obra y vida del inigualable realizador lituano, Jonas Mekas. A través de sus video-diarios, testimonios de otros enormes directores y su misma familia, el relato nos da una nueva perspectiva respecto a la intimidad de unos de los precursores del cine avant-garde e independiente. No solo en Estados Unidos, sino también en todo el mundo. Inspiración y referente del pasado y la actualidad, aquel que motivó a miles y miles de cineastas primerizos. Pasen y vean una hermosa película que los emocionará hasta la última lágrima que brote de sus ojos.
Davidson logra mostrar los momentos más personales de Mekas, pero sin llegar a adueñarse de ellos. En el sentido del respeto a la memoria de alguien ya fallecido. El director nos ubica y transporta a una vida, literalmente, de película, sin caer en un sentimentalismo banal. El desarrollo de la obra primero nos hace sonreír e interesarnos por la historia, para luego tocar la fibra fina de todo ser humano, el recuerdo. Tanto los realizadores que hablan en las entrevistas, como los colegas y familiares de Mekas, narran desde sus propias vivencias a la persona que tocó sus vidas de manera directa. Ya sea homenaje, apreciación, o amor, comprendemos la grandeza de dicho director y no se deja lugar para las dudas.
El material de archivo está equilibrado y bien llevado adelante. Casi que sentimos que el mismo Mekas vive a través de la pantalla. No se necesita tener información previa sobre él (aunque nunca viene mal investigar), ya que se entra de lleno a la cuestión y se comprende todo con el visionado. Tanto su turbulenta juventud, como su vida de adulto, se vieron plagadas de inconvenientes; económicos y personales. Lo que jamás se alteró fue su determinación a la hora de expresarse. Daba lugar a la experimentación y comunicación de ideas y sentimientos. Todas las voces del largometraje lo testifican, y no es necesario convencernos, lo aceptamos desde el primer minuto.
Desde lo subjetivo, lloré en la parte final, al principio por tristeza, luego por alegría. Festejé en el momento en que nos muestran su merecido reconocimiento y glorificación en el ocaso de su vida. Los cinéfilos y cinéfilas más jóvenes tendrían que ver este documental. No solo por el factor de conocer a Mekas, sino para comprender que hay oportunidades para contar historias, que nadie debe privarnos de nuestras voces, y siempre que haya alma en la cuestión, va a ser el camino correcto.