Por Vanina Suárez
Vaninagsuarez@gmail.com
Plataforma: Netflix
Origen: España
Duración: 138 minutos
Ficha técnica:
Dirección: Jota Linares/ Guion: Jota Linares, Jorge Naranjo/ Música: Ivan Palomares/ Fotografía: Gris Jordana
Productora: Netflix España, Federation Spain
Reparto: María Pedraza, Paula Losada. Marta Hazas, Ana Wagener, Jota Castellano, Olivia Baglivi, Mona Martínez, Fernando Delgado- Hierro, Silvia Kal, Juanjo Almeida, Iria del Rio
Jota Linares es un director de cine andaluz que tiene una carrera en ascenso; ya se destacó con producciones anteriores Animales sin collar (2018), ¿A quién te llevarías a una isla desierta? (2019). En esta ocasión presenta una película oscura que puede tener asimilaciones con El cisne negro (2011, Darren Aronosfky) y también por qué no con Criaturas celestiales (1994, Peter Jackson).
María, la bailarina principal del Ballet Clásico Nacional, se suicida y sus compañeros vuelven a los ensayos luego de la tragedia. Entre ellos se gesta un clima hostil que ondula entre la sorpresa, el dolor y la incertidumbre sobre quién será la reemplazante. La elegida por la directora de la compañía es Irene, una joven talentosa que no cuenta con apoyo familiar; mientras tanto, se suma al cuerpo estable de bailarines Aurora, una joven tímida que se esconde tras una mancha en su rostro y es hija de una bailarina que, por una lesión, no pudo continuar su carrera. Entre ambas se forma una amistad particular y las seducirá el fantasma de María, se preguntarán cómo y por qué una mujer talentosa y exitosa toma semejante decisión.
En Las niñas de cristal se pueden observar varias capas dentro de una misma temática y la danza es una alegoría de la vida, las perfecciones como una condición sine qua non de la disciplina, las presiones de la directora del ballet y la familia (algunas por no estar y otras por estar tanto) no colabora a la hora de tomar decisiones personales en la vida de las protagonistas. Mientras ensayan y luego presentan la función de Giselle, una pieza que cualquier bailarín anhela protagonizar y, que al menos en la propuesta de esta película, se debate entre la locura y la cordura, situación que se plasma en la vida misma de los protagonistas.
En cuanto a las actuaciones, María Pedraza es una bailarina y actriz que ya ha protagonizado otras obras y sobre sus hombros eso no le pesa, pero Paula Losada, como Aurora, es una absoluta revelación ya que este es su debut en el cine y su personaje va increscendo de una manera cautivante; así mismo Marta Hazas como la madre de esta última jovencita también sorprende, ya que sus últimos y más conocidos trabajos la posicionan en personajes cálidos y dulces, mientras que aquí la manipulación de una progenitora hacia su propia hija es el eje de esa composición; luego Ana Wagener y Mona Martínez son dos actrices con mucha experiencia en su profesión y que sostienen la historia desde sus personajes secundarios dándole a la trama un sustento imponente.
La película participó de la Sección Oficial del Festival de Málaga recientemente y también fue incorporada al catálogo de Netflix, posee un cuidado de la estética que deslumbra, sobre todo cuando se anima a plasmar a través de la danza sentimientos o situaciones por las que afrontan los personajes, ya que la luz, los colores y los espacios tienen una rigurosidad absoluta para complementar a la misma historia. Y si bien podemos decir que sobran algunos minutos de los 138 que la conforman en total, se convierte en un drama oscuro, psicológico repleto de ambientes opresivos casi como si fuese una película de terror; las luces y los contraluces junto a las miradas de los protagonistas juegan un papel preponderante en la ecuación final.
La historia que hurga en el mundo del ballet, las perfecciones por las que sus integrantes deben atravesar, las exigencias a las cuales son sometidos pero también ahonda en las relaciones personales y familiares, y en el profundo deseo de la libertad, una condición que a veces nos olvidamos de tener en cuenta a la hora de las elecciones personales.