Por Javier Carrizo
@nada_pasara_
(TRAYECTORIAS)
Premiere argentina
FICHA TÉCNICA
Género: Documental/ País: Chile/ Dirección: Maite Alberdi/ Guion: Maite Alberdi/ Fotografía: Pablo Valdés/ Edición: Carolina Siraqyan/ Diseño de arte: Maite Alberdi/ Sonido: Roberto Espinoza, Juan Carlos Maldonado/ Música: Miguel Miranda, José Miguel Tobar/ Producción: Pablo Larraín, Juan de Dios Larraín, Rocío Jadue, Maite Alberdi/ Producción ejecutiva: Marcela Santibañez, Daniela Sandoval, Nicholas Hooper H, Julie Goldman, Christopher Clements, Rebecca Lichtenfeld, Chandra Jessee
Compañía productora: Fabula
Intérpretes: Augusto Góngora, Paulina Urrutia
En una de las experiencias más conmovedoras de la presente edición de BAFICI que ya se nostalgiza por la proximidad de su final, Maite Alberdi deleita a la audiencia con otro trabajo prolífico, luego de su nominación al Oscar por El Agente Topo.
En esta ocasión el documental también cuenta con esa impronta de hibridación que ubica al film en una especie de “docufiction”, pero mucho más afianzado en el género en sí, que a esta altura le asienta perfecto a su directora.
En un mundo corrompido y en el que las relaciones entre los seres humanos encuentran cualquier excusa para esgrimir un conflicto, la lección de amor real parte a través de un inquebrantable y longevo lazo entre dos representantes de la cultura chilena, Paulina Urrutia y Augusto Góngora.
Dudar de que de una relación como tal pueda nacer una película, es atentar contra la historia que narra la misma, por medio de un cuestionamiento negacionista, que se extiende hacia mayores aptitudes negativas que positivas.
Por ello, Maite Alberdi no vacila en hurgar en el material de archivo de la pareja, para crear analogías entre el pasado y un presente, del cual es hasta difícil de explicar, ya que la autora se inmiscuye en la privacidad de ambos, para contar no sólo sus vidas en esa actualidad, sino también la intensa lucha del amor (por sobre todas las cosas), contra el Alzheimer que sufre Augusto.
La total entrega de Paulina para con su marido, implica la justificación de la más sincera e incondicional muestra de afecto, que no solo tiene al paso de los años como aliado, sino a los sentimientos y a las emociones que se construyen y llevan en todo ese transcurso, una recopilación de los hechos que nacen desde el alma.
En una estricta analogía con los sucesos que se desarrollan durante la dictadura chilena, Paulina dice que reconstruir la memoria es un acto emocional pero también es un hecho con sentido de futuro, porque sin memoria no hay identidad, y sin la verdad no hay reconciliación ni reencuentro.
Una memoria que parece prohibida en su país, encuentra la eternidad en la unidad de ese amor, a través de una mirada fresca que logra que lo asolado sea resplandeciente.