por Vanina Suárez
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Ficha técnica:
Dirección: Alejandro Hartmann/ Guion: Tatiana Merenuk, Gabriel Bobillo, Alejandro Hartmann/ Música: Leo Sujatovich/ Fotografía: Alejandra Martin/ Productora: Haddock Films
Plataforma: Netflix
La misma dupla que llevó adelante el documental que se estrenó tiempo atrás también por Netflix denominado Carmel ¿Quién mató a María Marta? vuelve a la carga con el retrato del asesinato del fotoperiodista más recordado de los últimos tiempos. José Luis Cabezas era un fotógrafo reconocido por sus pares, ya que tenía la medida justa entre la estética y la realidad, poseía un estilo propio, un encuadre particular y singular que mucho se distinguía dentro de las fotos que acompañaban las notas periodísticas de la época. Cuando se formó el grupo Noticias, los responsables de contratar al personal no dudaron de él y fue uno de los primeros que formaron parte de la lista. Su estilo, su predisposición y su responsabilidad primaron a la hora de ser tenido en cuenta.
El documental, también producido por una de los referentes en la producción de nuestro país Vanesa Ragone a través de su compañía Haddocks Films y dirigido por Alejandro Hartman, sitúa en primera instancia lo sucedido durante la madrugada de ese sábado 25 de enero de 1997 cuando José Luis apareció calcinado en el interior del vehículo que él y su compañero periodista Gabriel Michi utilizaban. Durante ese verano eran los responsables de cubrir las noticias políticas en Pinamar para el medio al que trabajaban. Los 90 eran años en donde política y farándula se unificaban y cruzaban en la Argentina de una manera casi singular. Noticias llevaba tiempo queriendo conocer la verdadera historia de Alfredo Yabrán, un empresario entrerriano que supo hacer una fortuna poco clara con negocios relacionados al correo OCA y negociados que de allí se desprendían. Dicho empresario tenía una «guerra mediática» con Eduardo Duhalde, candidato a presidente y competidor directo del actual Presidente de la Nación Carlos Saúl Menem y con el Ministro de Economía saliente Domingo Cavallo.
Cabezas y Michi pasaba el verano junto a sus familias en Pinamar mientras cubrían la temporada, ese 25 de enero estuvieron en la fiesta privada que el dueño del correo Andreani ofrecía para las celebridades y nunca más se lo volvió a ver con vida a Cabezas. Su cuerpo calcinado no podía ser reconocido, solo cuando su amigo y compañero denunció la desaparición pudieron hilarse los hilos de este atroz crimen.
Con material de archivo y declaraciones de amigos, testigos y funcionarios judiciales, el documental intenta retratar cómo y por qué asesinaron a José Luis, ya que el motivo y los responsables se supieron, aunque fue tiempo después del hecho. Con un dejo de injusticia, teniendo en cuenta que al autor intelectual se suicidó al no poder afrontar su responsabilidad ante la justicia y la sociedad, y los autores materiales, policías y ex policías, cumplieron su condena y fueron beneficiados con injerencias de la justicia argentina.
El asesinato de José Luis Cabezas fue uno de los crímenes más imponentes en la Argentina, no solo por su cizaña y crueldad sino porque ocupó la agenda política de todos los canales de televisión durante un largo tiempo. El trabajo audiovisual reúne toda la información al respecto y desenreda las pistas falsas, las incoherencias en algunas decisiones policiales, cuando intentaron cubrir al personal de la fuerza (responsable material del hecho) y la presión social y periodística para saber la verdad, detalle no menor que le causó a Eduardo Duhalde no llegar a la presidencia y que el entonces Presidente de la Nación pierda el poder político que, hasta el momento, parecía tener bajo el as de su manga.
Cuando Cabezas retrató a Yabrán caminando por la playa de Pinamar no se imaginó su destino incierto y triste. Sus compañeros de redacción sabían que el hallazgo de José Luis Cabezas era un antes y un después pero nadie imaginó que su muerte sería un símbolo de justicia frente a la puja que el poder económico siempre ejerció en la Argentina. Cabezas sigue siendo el sello de los fotógrafos, su muerte no quedo impune y siempre será el ojo de la cámara que sigue registrando y gritando JUSTICIA.