Por Javier Carrizo
@nada_pasara
Ficha Técnica:
Año: 2021
Género: Drama biográfico
Duración: 140 min.
Dirección: Olivier Dahan/ Guion: Olivier Dahan/ Música: Olvon Yacob/ Fotografía: Manuel Dacosse
Reparto: Elsa Zylberstein, Rebecca Marder, Elodie Bouchez, Judith Chemla, Olivier Gourmet, Mathieu Spinosi, Sylvie Testud, Philippe Torreton, Philippe Lellouche, Antoine Gouy
“La memoria que define una identidad”
La memoria no debe ser algo contemplativo, sino algo que siempre nos persigue, y que define nuestra identidad.
Esa, es una de las frases más significativas de la narración omnisciente que supone ser la voz de su protagonista, Simone Veil.
La mencionada, fue una abogada y política francesa (que no deseaba serlo), que luego de sobrevivir el Holocausto, logra estar al frente del Ministerio de Sanidad, y en el año 1975, fue la principal impulsora de la despenalización del aborto en su país.
La última y monumental obra de Dahan, es una película dramática biográfica, que en el marco de una extensa duración, no libera al espectador de la extrema rigidez que el director bosqueja a partir de un suntuoso modelo cinematográfico.
El esplendor se revela por medio de un guion que narra las distintas etapas en la vida de Simone Veil (protagonizada por Elsa Zylberstein cuando es mayor, y por Rebecca Marder en los años de su juventud).
Y he aquí la mayor conquista de Dahan, porque la interrelación entre las escenas que implican elocuentes saltos temporales, nunca recaen en una tediosa inverosimilitud, sino que todo lo contrario. En el excelente uso del recurso, la historia completa sucesos de diversas épocas, sin caer en la omisión ni en el desinterés por parte de quien percibe la pieza.
Es por ello que el plan que la narración alberga para el desencadenamiento visual, interactúa con magnificencia con el resto de las especialidades que conforman el dialecto.
La importancia que la música le impone al tono de lo que acontece, adquiere en el transcurso de la obra, una fidelidad digna de aquello que no puede ser distanciado de su aura inicial.
Parece difícil comprender que un personaje que vive la peor de las pesadillas con solo dieciséis años de edad, se emplace con tal relevancia en la posteridad, aunque las exaltadas miserias de una sociedad ultraconservadora se opongan a ello.
Para eso es elemental concebir que la historia no se cuenta sola, sino que se relata con la certeza de que los hechos más oscuros de la aventura de la humanidad, se esgriman para siempre a través de una memoria activa que defina la morfología de nuestra propia identidad.
La imprescindible posición de quien infiere el diseño, no es ausente de ese lugar, y no se ubica en el futuro ni en el pasado, sino en una destacada reminiscencia presencial, que deconstruye el legado de una autenticidad a la que no debemos ser ajenos.