Por Vanina Suárez
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Estreno en salas, cine Gaumont
Ficha técnica:
Guion y dirección: Gloria Peirano y Gustavo Fontán/ DF y cámara: Gustavo Schiaffino/ Sonido: Andrés Perugini/ Montaje: Mario Bocchicchio/ Asistente de dirección: Alejandro Nantón/ Dirección de producción: Gustavo Schiaffino/ Producida por Insomnia Films, Tercera Orilla e INCAA
Con la participación de Jaime Arrambide, Lucía Dorin, Gonzalo Arbutti, Lázaro Mareco, Lucía Mondino, Lorena Astudillo, Diana Bellessi, Liria Evangelista, Malena Fabris, Lara Bernasconi.
La película fue seleccionada para el cierre de la décima edición del FICIC, Festival Internacional de Cine Independiente de Cosquín durante el 2021 y ahora tiene su estreno comercial en las salas del cine Gaumont.
El piso del viento, codirigida entre Gustavo Fontán y Gloria Peirano, es un ensayo reflexivo sobre las dimensiones que significa habitar los espacios para las personas. “Todos somos principiantes, las palabras extensión y viento se atraen” con esa frase inicial da comienzo la cinta, acompañada por la descripción de una posible vivienda a la cual la sobrevuela una pequeña bandada de pájaros sobre un cielo gris y nublado; un espacio desconocido para el mismo espectador pero que el sonido de un martillo adelanta, da indicios, de que algo se está construyendo, está cobrando vida.
¿Qué es el piso del viento? ¿Un sitio donde pueden arraigarse nuestras libertades o el ancla de lo que somos, efímeros, transitando la vida y sabiendo que el hogar, el lugar que cada uno de nosotros elige para habitar, es el piso, la base de los sueños? Ese podría ser el disparador que el trabajo audiovisual plantea desde y con su título.
Una vivienda vacía con sus paredes blancas, una construcción pequeña llena de ventanales amplios con formas extravagantes y ubicada en algún lugar de la ciudad pero nunca no se nos específica dónde, recibe a una serie de personajes que comienzan a transitarla como si fuesen posibles habitantes de ella. Cada uno de “los invitados” recorre los rincones del espacio e imagina qué agregaría o con qué lo decoraría si ese fue su hogar. El interlocutor, que hace pequeñas intervenciones como un entrevistador testigo, los invita a reflexionar sobre diversos temas, entre los que se hallan la soledad, volver a los orígenes, el amor por la naturaleza, las relaciones paterno-filiales, entre otros. Los personajes van desde hombres o mujeres solos, una pareja joven hasta la mismísima Diana Bellessi, reconocida poeta argentina nacida en Zavalla cerca de la ciudad de Rosario.
Cada uno de los visitantes comienza a indagar el espacio, muchos sueñan y diagraman sobre qué cosas pondrían si lo habitaran: desde muebles funcionales, camas, luces, cortinas y otros comparan ese espacio, hoy deshabitado, con sus hogares en la niñez o con sus actuales casas, las cuales eligieron como su “pequeño lugar en el mundo”. Por momentos pareciese que la elección de esos objetos materiales podría tener relación directa con deseos propios o formas de transitar la vida. Coincidentemente la mayoría de ellos menciona a los puntos cardinales, enmarcando la importancia de la ubicación en el mismo espacio, en relación a otros lugares dentro de la ciudad y aluden al deseo de convivir con plantas claramente como analogía (quizás implícita en sus palabras) sobre la necesidad de compartir la vida con otros seres vivos además de la raza humana.
Desde el lenguaje cinematográfico eligen la cámara fija, muchas veces anclada en un mismo lugar como si fuese el ojo del interlocutor y a la vez el del espectador, acompañando con una postura pasiva para que sea el personaje invitado el que recorra libremente el lugar y sienta la libertad de no ser observado. Así mismo, se filma siempre desde el interior del habitáculo, mostrando por momentos el afuera, lo que se puede observar en terrazas vecinas y las diferentes situaciones climáticas que también se vivencian: lluvias, tormentas, cielos nublados, pero siempre desde el interior indicándolo como un lugar de protección ante todas las adversidades que suceden en el mundo exterior; una especie de voyerismo, inquieto por saber qué sucede más allá pero con la enorme tranquilidad de estar resguardado.
El piso del viento respeta los silencios de los retratados e intenta delimitar el terreno para la reflexión del espectador. Una propuesta que parte de un título poético para relatar con poesía visual, intercalando el adentro con el afuera. Una concepción filosófica sobre qué es un hogar, donde el espacio físico puede ser el mismo pero se define según quién elija habitarlo. La relación objeto-sujeto presente en este trabajo deja en claro la individualidad de las decisiones, las enormes diferencias que todos podemos tener frente a lo mismo, que los espacios físicos son construidos por cada uno de nosotros de acuerdo a lo que queramos hacer con ellos y que lo único similar entre los retratados es la capacidad de resguardo y protección que un hogar puede ofrecernos. Además, si intentamos desmenuzar las capas que la cinta propone, podemos reflexionar sobre si ese lugar dispuesto a habitar, era físico o está ofreciendo un paralelismo con lo que está dentro y fuera de un cuerpo, con todo lo que esto conlleva. Detrás de El piso del viento hay una clara alegoría a qué significa vivir.